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domingo, 24 de junio de 2012

Avalón


Edward Burne-Jones, The last sleep of Arthur in Avalon

AVALÓN

“Y el propio Arturo, aquel famoso rey, fue herido mortalmente y, trasladado desde allí a la isla de Avalón a fin de curar sus heridas, cedió la corona de Britania a su primo Constantino, hijo de Cador, duque de Cornubia, en el año 542 de la encarnación del Señor”
-Geoffrey de Monmouth-

“Ten ánimo -dijo el rey-, y pórtate lo mejor que puedas, pues en mí no queda confianza en qué fiar; pues voy al valle de Avalón a sanarme de mi grave herida; y si no oyes hablar nunca más de mí, reza por mi alma”
-Sir Thomas Malory-

En Avalón refulge con luz propia cada piedra
y hay un dios, como antaño,
en cada río y cada árbol.
Reina Arturo en Avalón,
entre hiedras, brumas, sortilegios.
Hay crepúsculos eternos y nadie muere.
Es un vasto reino de lirios y arcadas góticas.
Refulge en cada mano una piedra mística,
arde en cada pecho un corazón.

© José Alfonso Pérez Martínez

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