Esta novela, continuación de Pantanosa, remite como aquella a una estirpe de libros de tipo autobiográfico pero también a otra de componente filosófico. Un poco Charles Bukowski, si se quiere, y un poco El árbol de la ciencia barojiano. Paco Miranda es un genuino filósofo (de los pocos que ahora mismo piensan y publican en esta casi totalmente estéril filosóficamente región de Murcia), continuador de Jünger, el padre de la psiconaútica, pero también un literato, admirador del injustamente minusvalorado Miguel Espinosa. No transita, pues, Paco, por caminos populares, sino que más bien se empeña por reivindicar y hacer de nuevo fértiles algunas vetas del pensamiento y del quehacer literario. En la construcción y comprensión de sí mismo y en la labor de hacer posible una convivencia con el otro se ha centrado la vida de Paco, una vida a veces marcada incluso por la crisis psíquica. Todo ello nos lo cuenta en este libro y en su antecesor, como quien espera que de un escenario de sombra pueda surgir alguna luz alumbradora, una guía que pueda servir a otros. Y sirve.
Tiene buena pinta. Espero tener la ocasión de leerlo.
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