José Alfonso, he leído tu libro con agrado. Tu pensamiento apunta, da en el blanco y vuelve al mundo, a Contemplar sereno el día que marcha. Meditas en calma, anhelas componer un poema que hable de pájaros, admiras la elegancia de la poesía y de la prosa de José María Álvarez, heredada de aquellos que él consideró sus maestros: Kavafis, Stevenson, Borges, Montaigne...
Me gustan tus reflexiones sobre Cien años de soledad en un mundo humano que se empobrece. Muy bueno tu poema IDUS DE MARZO porque el César se levanta y es consciente de que para él será la última mañana. Al fondo de tu camino, tal vez te espere la verdadera luz, la verdadera poesía, aunque Pamíes no estuviera convencido de que es lo que se resiste. Colao escribió en el prólogo del primer número de mi revista "Títiro canta": cuando explote el mundo, será el poeta el que tenga la última palabra.
Me ha gustado mucho tu poema CUANDO ERA NIÑO. Creo que plantando un árbol a tiempo podemos tener sombra el resto de nuestra vida. En cuanto a que el hombre cuando es feliz no se da cuenta, merecería capítulo aparte. Es difícil creer en la felicidad cuando se ha tomado plena conciencia de la vida. Camus ve una escena en Cabilia: junto a un contenedor niños y perros se pelean por los desperdicios. Camus escribió que, desde aquel día, él nunca sería feliz. En un grupo de jóvenes, junto al Centre Richelieu en la Plaza de la Sorbona, se hablaba de en qué consiste la felicidad humana. Un hombre de unos cincuenta años irrumpió: La felicidad de la inconsciencia. Fue aplaudido por algunos jóvenes.
Gracias por acordarte de mí y enviarme BAJO BANDERA VERDADERA.
Un abrazo
María Teresa
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