Hubo una vez un día en el que una poderosa raza de alienígenas detuvo el mundo, salvo a un hombre, elegido al azar. Pudiendo entrar en cualquier domicilio ajeno, no lo hizo. Pudiendo agarrar cualquier objeto de cualquier comercio, no lo hizo. Pudiendo dañar impunemente a sus enemigos, detenidos como estatuas de carne y de sangre, no lo hizo. Aunque todo estaba parado en torno suyo, no se detuvo su probidad. Sin saberlo, este hombre salvó el mundo, salvos fuímos todos por los actos de uno.
Excelente, José. Ojalá el mundo pudiera salvarse con un hombre probo. En tan poco espacio y dices tanto...
ResponderEliminar