Ese momento de "Mr. Witt en el cantón", de Ramón J. Sender, en el que unos revolucionarios de Cartagena van al pueblo de La Media Legua, en plena fiesta popular, a pedir hombres para la revolución, ese momento terrible en que la muerte, disfrazada de nobles ideales para parecer más bella, le dice a la vida: "dame hombres". Y lo sorprendente es que la vida accede y los hombres van, felices y contentos, al matadero.
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