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sábado, 18 de julio de 2015

Un poema de Guillermo Carnero



Perteneciente a su libro Divisibilidad indefinida (editorial Renacimiento, 1990).


MUSEO NAVAL DE VENECIA

Tanta morosidad, si no dilata
la erosión caediza de los oros,
si los haces pintados y sonoros
derriba ennegrecidos con su plata,

¿para qué fue? Su lujo no rescata
el cálido concierto de los coros,
y entre tantos aromas y tesoros
voló hecha humo la última sonata.

Pero cuando descubra el viajero
tan espléndido y raro pudridero
de restos de tramoya y bambalina

dirá que no fue inútil el intento:
si se perdió la voz y el argumento
algo fue, pues dejó tanta rüina.



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