Juan Carlos I renunció a los inmensos poderes heredados de Franco
para que los españoles tuviéramos democracia, para que pudiéramos elegir
a nuestros gobernantes. Fue una ardua tarea, construir este régimen, en
la que le ayudaron Suárez, Gutiérrez Mellado y algunos más, y todo,
¿para qué? ¿Para que esos gobernantes que elegimos gasten 50 mil millones
de dinero público en rescatar a los bancos? (de ellos, 26 mil millones
se dan por perdidos para siempre). Ahora, lo vuelven a hacer:
El PP dijo que el pufo de las autopistas no nos costaría un duro a
los españoles. Ahora, dicen de rescatarlas con 5 mil millones de dinero,
por supuesto público. "Rescate" es una palabra en principio positiva
(rescate de naufrágos, rescate de personas atrapadas en una casa
incendiada) que muchos estamos empezando a odiar. Porque esos rescates
para arreglar pufos luego traen recortes, deshaucios y hasta suicidios.
La solución tampoco es, me parece, confíar en radicales que quieren
poner patas arriba un sistema que, en muchas otras cosas, funciona. Dijo
Borges que la democracia está sobrevalorada, que es un abuso de la
estadística. Tal vez tuviera razón.
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