Tal vez el título de esta entrada es redundante, pues los dobles raseros suelen ser injustos. En todo caso, me refiero al que cometió Luis Alberto de Cuenca en su libro Señales de humo (Pre-Textos, 1999) con J.R.R. Tolkien y Rubén Darío. O, por mejor decir, con los que han rescatado textos inéditos de ambos. En el artículo "Noticias literarias" De Cuenca aplaude la recuperación de 92 poemas inéditos de Darío, dice "cualquier cosa escrita por él, por mínima o coyuntural que sea, tiene interés y debe coleccionarse". Sin embargo, en "J.R.R. Tolkien, el tejedor de sueños" dice que las obras inéditas que Christopher Tolkien ha rescatado de su padre, como "Cuentos inconclusos" o, sobre todo, "El Silmarillion" (valiosísimo, en mi opinión) son manipulaciones (seguramente, aunque no llega a decirlo, piensa que ni siquiera son textos auténticos del padre, sino textos del hijo presentados como si fueran del padre). Califica estos textos rescatados de insoportables, y termina hasta negándoles la categoría de auténtica literatura. A mí me parece de una gran injusticia dudar del trabajo de Christopher Tolkien mientras se confía en el de Ricardo Llopesa, el recuperador de los poemas de Darío. Hay que confíar en ambos y aplaudirles a ambos, por poner en nuestras manos textos inéditos de grandes autores. Si en derecho se impone (o debería imponerse) la presunción de la inocencia, ¿por qué no en estos asuntos? Yo siempre he aplaudido el trabajo de Christopher Tolkien, y lo seguiré haciendo hasta que no se demuestre que no ha realizado un auténtico trabajo de recuperación de textos inéditos de su padre.
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