A quien pierde a un cónyuge se le llama viudo, o viuda. Los huérfanos son quiénes quedan sin progenitores. No existe sin embargo, en nuestro idioma, la palabra que defina a quien pierde a un hijo. La experiencia es inimaginable, sobrepasa la capacidad del lenguaje. Pilar Manjón perdió a su hijo en los atentados yihadistas del once de marzo de 2004. Desde entonces Pilar Manjón es una herida sangrante en forma de persona. Su dignidad no puede ser disminuida, aunque algunos desgraciados lo intenten. Cuando aparece en un sitio aparecen el dolor, la verdad y la sed de justicia.
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