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sábado, 21 de septiembre de 2019

Un poema de Guillermo Carnero



De su libro Verano inglés
(Tusquets, 1999)


CAMPO DE MAYO

En mi pecho florido
que entero para él solo se guardaba.
SAN JUAN DE LA CRUZ

Vaga sin rumbo el viento en los campos de Mayo
como caricia lenta sobre la piel morosa, 
y me trae el rumor de las rubias espigas. 

Cabecean y rolan y ascienden, dibujando
formas en un instante disipadas, 
montecillos de luz y oleadas de oro
que bosquejan tu cuerpo en la fuga del aire.

Veo latir la ofrenda del trigal 
bajo el Sol tan inerme y tan desnudo, 
tan inocente y joven bajo el azul del cielo, 
territorio de paz tan luminoso. 

El tiempo me ha vencido al llegar a este valle 
donde no estuve el día de la mejor belleza, 
jardín inaugural de frutas ofrecidas, 
de fuentes alumbradas, de corolas desnudas.

Y volveré a faltar cuando el tiempo me alcance 
en la próxima siega, para gloria de otros:
pasarán sobre él y será suyo, 
y dejarán un rastro de sudor y de polvo. 

Sólo habré sido dueño de una imagen dorada,
engaño de los ojos por capricho del viento.


Édouard Manet 
"Almuerzo sobre la hierba"

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