Pedro Mateo es un poeta español radicado en Atenas, trabaja en el Instituto Cervantes de dicha ciudad. Gracias a su hermano Francisco he podido conseguir un ejemplar de su libro En el silencio, bilingüe (cada uno de sus 12 poemas va escrito en español y en griego) y editado con exquisitez y buen gusto en una tirada de sólo 250 ejemplares numerados. Su lectura me ha sugerido la siguiente reseña:
EN EL SILENCIO, DE PEDRO MATEO: UN PUÑADO DE NEGRAS PERLAS
Es En el silencio una elegía en doce cantos. El poeta plasma las distintas estaciones por las que su alma atravesó a raíz de la muerte de su padre, desde la espera de la misma hasta que, tiempo transcurrido, el hijo recuerda al padre desaparecido.
Hay poderosas y conmovedoras imágenes en este libro: las nubes gladiadoras / desenfundan sus espadas fieras mientras el padre agoniza, lucha con su ángel; el rumor oculto de alas en el momento de la muerte, el sol de mármol de la mañana siguiente, las referencias a la cultura y los mitos griegos -el óbolo de los muertos, el agua del Leteo, el Cíclope, el Erebo-, la naturaleza como espectadora del dolor del que queda vivo -las nubes, las estrellas, los pájaros- o como presencia en los recuerdos que el hijo atesora de su padre -el algarrobo paternal, el olor a tierra y almendras, el canto de la chicharra, los campos en barbecho...
Es este un libro que habla de asuntos primordiales, antiguos: la muerte, la relación paterno-filial... Y lo hace con un lenguaje conmovido y conmovedor pero contenido a la vez, enraizado en las profundidades del alma, construido a guisa de estela fúnebre o de epitafio, no solemne pero elevado, dolorido pero no regodeándose en el dolor. Un libro pues de palabras justas, pulidas, extraídas del duelo como un puñado de perlas negras.
-José Alfonso Pérez Martínez, 12 de abril de 2012-
EN EL SILENCIO, DE PEDRO MATEO: UN PUÑADO DE NEGRAS PERLAS
Es En el silencio una elegía en doce cantos. El poeta plasma las distintas estaciones por las que su alma atravesó a raíz de la muerte de su padre, desde la espera de la misma hasta que, tiempo transcurrido, el hijo recuerda al padre desaparecido.
Hay poderosas y conmovedoras imágenes en este libro: las nubes gladiadoras / desenfundan sus espadas fieras mientras el padre agoniza, lucha con su ángel; el rumor oculto de alas en el momento de la muerte, el sol de mármol de la mañana siguiente, las referencias a la cultura y los mitos griegos -el óbolo de los muertos, el agua del Leteo, el Cíclope, el Erebo-, la naturaleza como espectadora del dolor del que queda vivo -las nubes, las estrellas, los pájaros- o como presencia en los recuerdos que el hijo atesora de su padre -el algarrobo paternal, el olor a tierra y almendras, el canto de la chicharra, los campos en barbecho...
Es este un libro que habla de asuntos primordiales, antiguos: la muerte, la relación paterno-filial... Y lo hace con un lenguaje conmovido y conmovedor pero contenido a la vez, enraizado en las profundidades del alma, construido a guisa de estela fúnebre o de epitafio, no solemne pero elevado, dolorido pero no regodeándose en el dolor. Un libro pues de palabras justas, pulidas, extraídas del duelo como un puñado de perlas negras.
-José Alfonso Pérez Martínez, 12 de abril de 2012-
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