La identidad como clave del nuevo zeitgeist

Ayer la Casa Real, a través de los premios Princesa de Asturias, premió a un tío que dice que las migraciones son algo bueno para las naciones a largo plazo, aunque a corto plazo y a nivel local puedan dar muchos problemas, y al italiano cuya firma los europeos podemos ver en muchos billetes. Ambos representan un zeitgeist en el que la mayoría de la gente ya no está. La nueva PM de Japón o los nuevos mandatarios que están cambiando el color político mayoritario en los gobiernos del continente americano sí encarnan ese zeitgeist nuevo. Y ese zeitgeist se caracteriza porque la gente vuelve a dar prioridad a la IDENTIDAD. Japón tiene una deuda brutal y nace menos gente de la que muere, pero eligieron a Sanae Takaichi, una mujer anti inmigración cuyo referente político es la inglesa Margaret Thatcher. Los japoneses dijeron con esa elección que priorizan seguir siendo japoneses, a la manera suya, aunque tengan que ser menos habitantes y más pobres. La Casa Real tendrá que acabar entendiendo la importancia de mantener la identidad de los pueblos, también de los de España. Lo que dijo un político de Bildu de que hablar en árabe o en swahili también es una forma de ser vasco es una necedad. Lo importante es no hacerlo en español, por lo visto, aunque el mismo euskera se pueda ir al garete.

Dos reflexiones

1) cada generación (y esto aplica a casi todas) se cree más importante de lo que en realidad es. La única generación importante en los últimos 100 o 150 años fue la llamada con justicia Gran Generación. Esos que mal crecieron durante la gran depresión, que llegaron desnutridos a la segunda guerra mundial, que aún así pelearon (y muchos murieron allí) y que luego reconstruyeron Europa, ladrillo a ladrillo y piedra a piedra. Esa generación fue sobre todo de rusos, británicos y estadounidenses, en ese orden.

2) jugar a la autarquía, a la auto gestión, al puedo hacer lo que quiera si gobierno un país, exportar droga incluso, es una insensatez. La comunidad de naciones es una sociedad. E, igual que en la sociedad humana no puedes joder impunemente al vecino (o no deberías arriesgarte a hacerlo) tampoco es sensato hacerlo en la comunidad de naciones, en la sociedad global.