Peter Paul Rubens, "La muerte de Séneca" (detalle)
Séneca, filósofo estoico romano del siglo primero, dejó en su tragedia Las troyanas este fantástico alegato ateo. Imperdonable que a Christopher Hitchens se le haya pasado este texto para su antología de textos ateos y escépticos Dios no existe:
Tras la muerte nada hay y la misma muerte no es nada,
es la meta final de una veloz carrera:
que dejen de esperar los ambiciosos y de temer los que están angustiados,
el tiempo nos devora en su avidez, y el caos.
La muerte es una sola, ataca al cuerpo
y no perdona al alma: el Ténaro y el reino
sometido a un señor inapelable y Cérbero,
el guardián que custodia el umbral infranqueable,
son hueros dichos, palabras sin sentido,
fábulas semejantes a una pesadilla.
¿Quieres saber en dónde vas a yacer después que te hayas muerto?
En donde yace lo que no ha nacido.
(fragmento de Las Troyanas de Séneca extraído del primer tomo de sus tragedias, editorial Gredos, traducción de Jesús Luque Moreno)
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