Si a usted le gustan las películas con argumento, con mensaje, hágase un favor y no se baje esta película. Haga un esfuerzo y vaya a verla al cine. Recupere el viejo rito de sentarse en una butaca, en la oscuridad, y preste mucha atención a lo que esta película cuenta, y cómo lo cuenta. Se trata de una obra maestra, de auténtico Arte. Habla del amor, del destino de la especie, de la necesidad de la ciencia. La ciencia impregna la película, no en vano el viaje de los protagonistas a través de un agujero de gusano está inspirado en los trabajos del físico Kip Thorne. La película es un hermosísimo homenaje a los pioneros exploradores que abrieron caminos nuevos a la humanidad, que los siguen abriendo. Tal vez mi devoción por Nolan nuble mi juicio, no lo niego. Pero para mí ésta es una obra artística emocionante. Podría decir mucho sobre esta película, y lo he dicho al salir del cine, con quien he ido a verla, pero son cosas que no pueden repetirse aquí, donde quienes no la han visto pueden leerlas. Sólo decir que la obra es coherente, que las interpretaciones son muy buenas, que los efectos especiales están al servicio de lo que enhebra la película (esto es: un guión soberbio), que hay belleza de verdad en muchos planos. Que si usted se aburre vaya a ver la próxima de Transformers, o la de las Tortugas Ninja, y no vuelva a intentar ver una película que lleve el nombre de Christopher Nolan en los créditos. No se hizo la miel, dicen, para la boca del burro. Pero si usted no se considera un burro, siéntese y disfrute, y explore el universo, tal como lo ve Nolan, con el intrépido Cooper (Matthew McConaughey) y la bellísima Amelia Brand (Anne Hathaway). Pero sobre todo entienda que esto no es sólo una película del espacio, entienda que es Arte.
