Esta nueva película de Woody Allen es, en primer lugar, una declaración de amor a la Ciudad de la Luz. Luego, una reflexión sobre la necesidad de valorar el presente y de atrevernos a vivir como realmente sentimos que debemos hacerlo.
Owen Wilson interpreta a Gil, un guionista de Hollywood que está escribiendo su primera novela y que está por unos días en París con Inez (Rachel McAdams), su prometida. La fascinación que siente Gil por París, sobre todo por el París de los años 20, no es compartida en igual medida por Inez. La magia se cuela en el film cuando una medianoche los ocupantes de un coche antiguo invitan a Gil a subir y éste se ve trasladado al París de los años 20, donde conocerá a sus grandes ídolos literarios (F. Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway) y a otros grandes artistas, como Pablo Picasso, Dalí, Buñuel...
Gil es el típico personaje que interpretaba el propio Allen: titubeante, nervioso, inseguro. Emprende un proceso de autoconocimiento ayudado de una forma u otra por varias mujeres (Inez, Adriana, la guía del museo, Gertrude Stein, Gabrielle). Es la típica película de Allen que sin embargo nunca nos cansamos de ver.
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