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Ayer se produjeron lamentables incidentes cuando católicos fanáticos atacaron la marcha laica en la Puerta del Sol de Madrid. Me parece aún más lamentable que Rosa Díez, la líder política que en otras cuestiones me parece tan acertada, se ponga de parte de los papistas y nos llame fanáticos a los laicos (ver enlace). Cuando uno topa con la religión o con la Iglesia se produce, o muchos quisieran producir sin lograrlo, ya que no nos callamos, una milagrosa suspensión de la LIBERTAD DE EXPRESIÓN, que es mucho más sagrada que cualquier religión, nunca debería olvidarse. Se nos llama "anticlericales" como si eso no fuera más que un motivo de legítimo orgullo. "Esta plaza es del Papa", gritaban los papistas. Me recordó aquel "la calle es mía" de Fraga. Me decepciona que Rosa Díez se ponga de parte de esa GENTUZA. Ahora vendrá el Papa, atacará leyes aprobadas por el Parlamento, leyes perfectamente tolerantes y progresistas, como la del matrimonio gay, y muchos defenderán su derecho a hablar así, mientras que los que criticamos su intolerancia y defendemos esas leyes somos unos fanáticos a los que deberían silenciar. El mundo al revés.
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