Los Ensayos de Montaigne los tradujo por primera vez al inglés un amigo de (Giordano) Bruno, John Florio, que tenía por cierto también una historia de persecución: su padre era un antiguo fraile italiano convertido al protestantismo y refugiado en Inglaterra hacia 1550. Hay constancia de que Shakespeare leyó a Montaigne en la traducción de Florio, y también Francis Bacon. La cultura riquísima del ensayo en inglés procede entera de esa traducción. La cultura poética y narrativa en Inglaterra (por otra parte) están marcadas radicalmente por la traducción al inglés de la Biblia, la llamada King James Bible, que se publicó en 1611. Sin ella no hay Milton, ni William Blake, ni los versículos torrenciales de Walt Whitman, ni la sostenida alucinación de Moby Dick.
-Fragmento del artículo La tradición quemada, de
Antonio Muñoz Molina, en la revista Mercurio nº 196-
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