Lo que sucede en un día, en una hora, resuena luego como un eco por toda la eternidad. Cada nuevo 3 de mayo los que se levantaron contra el invasor el día anterior vuelven a ser llevados a la montaña del príncipe Pío, vuelven a ser colocados ante los mosquetes del invasor, vuelven a regar la tierra con su sangre. Y cada 3 de mayo España vuelve a renacer de esa sangre sagrada, como una flor nueva.
Imagen: "Los fusilamientos del 3 de mayo", de Don Francisco de Goya (detalle).
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