Comparto aquí esto que escribió un amigo de Facebook, simpatizante y votante del PSOE durante mucho tiempo:
A LOS MILITANTES Y SIMPATIZANTES DEL PARTIDO SOCIALISTA:
Yo, Juan Manuel Jiménez Muñoz, médico y escritor malagueño, sesentón entrado en carnes, ahora sin otro carné que el documento nacional de identidad, casi siempre pensé que el Partido Socialista me representaba en lo político. Es más: casi siempre pensé que el Partido Socialista, justamente, era el arreglo que necesitaba España para su modernización y vertebración. Digo más: casi siempre pensé que la vertebración de España no la podía llevar a cabo una derecha que se había apropiado de la bandera, del himno, del rey y de los símbolos del Estado. Una derecha muchas veces egoísta, insolidaria con los desposeídos, con los humildes, con los que habíamos partido en la vida desde cero, desde un pueblo perdido en la sierra, a base de becas y esfuerzos. Más aún: casi siempre pensé (y a veces lo sigo pensando) que sólo los perdedores de la guerra civil podían liderar la reconciliación entre españoles, pues, aunque la palabra reconciliación implica al menos dos bandos, son los perdedores los mayores ofendidos, y quienes más tienen que ceder, y transigir, y perdonar, para que una nación vuelva a ser algo más que una lucha fratricida y una constante debacle.
En estos seis últimos años, la militancia del Partido Socialista ha cometido el mayor error desde la época de Prieto y de Largo Caballero. Un grave error que, dentro de un siglo, se estudiará en los libros de Historia como ahora estudiamos el apoyo de Prieto y de Largo Caballero a la Revolución de 1934 contra la Segunda República. Y ese error es haber otorgado un poder omnímodo y sin contrapesos a un sociópata inteligente, a un narcisista guapo, a un megalómano maquiavélico, a un mentiroso compulsivo, a un autócrata con infinitas ansias de poder, a un maniqueo que “ha levantado un muro” para dividir a los españoles, a un guerracivilista que tilda de “facha” a la media España que no lo vota, al responsable de las luces que se apagan y los trenes que no llegan, a un soberbio con un código moral que cabe en un sello de correos, a un indigno que inauguró su carrera a la secretaría del PSOE con un pucherazo fallido en la sede de Ferraz, a un tipo que tiene imputada a su mujer, a su hermano, a su fiscal general y a su ministro de confianza, a un señor rodeado de puteros y corruptos, a un traidor que abandonó a los saharauis a los intereses de Marruecos, a un déspota que decide los temas trascendentales de España mirándose los testículos y sin los votos del Parlamento, a un oligarca que ha colonizado con amiguetes todas las instituciones del Estado, a un títere de Puigdemont que otorga en Suiza privilegios y prebendas a los separatistas catalanes, a un irresponsable que tiene como socios a los herederos de la ETA y a los hijos del chavismo, a un populista que ha trasladado a Televisión Española el inmundo basurero de “Sálvame”, a un desleal que habla pestes en su Wasap de sus propios compañeros de Partido, y a un malencarado que, en resumidas cuentas, no puede salir a la calle sin que los ciudadanos se acuerden de su madre.
Entender un Partido Político (cualquier partido) como una familia mafiosa en la que todo está permitido es, al menos, impúdico. O impúdico y delictivo. Nunca olvidaré a Dolores de Cospedal explicando el “pago en diferido” a Bárcenas. Nunca olvidaré el “sé fuerte, Luis” de Mariano Rajoy a Bárcenas. Nunca olvidaré el apoyo de Felipe González a sus “ministros del GAL”. Nunca olvidaré a la plana mayor del catalanismo defendiendo el latrocinio de la familia Pujol con la excusa de un ataque de España a Cataluña. Y nunca olvidaré el silencio cómplice de los buenos, o de los supuestamente buenos, que permite a los malos hacer trastadas. Un silencio que, precisamente, os hace a vosotros, militantes del PSOE, tan responsables de los desmanes cometidos por Sánchez y su familia como quienes directamente han cometido dichas fechorías.
Pondré mi caso como ejemplo. Estuve afiliado a Comisiones Obreras desde 1989 hasta 2016. Veintisiete años, que se dice pronto. Afiliado de base, por supuesto. Sin cargo alguno. Sé que resulta raro ver a un médico en Comisiones Obreras, pero soy raro desde que nací. En 2016, tras declarar mi sindicato que apoyaba “el derecho a decidir de las plurinacionalidades”, supe que aquél no era mi sitio y me marché. Yo no sería cómplice de aquella barrabasada. Para mí, el nacionalismo es todo lo contrario de la fraternidad que siempre ha defendido la izquierda desde el siglo XIX. El himno de la izquierda se llama “La Internacional”, y no “La Plurinacional”. Y no hay nada más de derechas ni más insolidario que un grupito de pudientes queriéndose separar de sus compatriotas para comer aparte. Porque quien quiere comer aparte, es porque quiere comer más. Y yo, como digo, no iba a ser cómplice de los disparates de mi sindicato.
Si vosotros, militantes del Partido Socialista, no decís “basta” a Pedro Sánchez y a su “régimen” … la Historia os juzgará como lo que aparentáis ser: una familia mafiosa que utiliza el silencio cobarde (cuando no cómplice) para destruir cualquier posible futuro (bueno, malo o regular) que pudiera tener España. Una familia mafiosa que ha desistido de sus obligaciones políticas y ha dejado al Partido Socialista en manos de un sociópata de manual al que sólo mueven los intereses personales y los de sus familiares directos.
Y si vosotros, militantes del PSOE, no decís “basta”, será la derecha y la extrema derecha quienes cojan el testigo. Pues esa derecha en el poder, perfectamente legitimada, con el aval democrático de los furibundos votos de un pueblo engañado y troceado, y espoleada por la inaguantable insolencia de unos traidores, hará lo que tenga que hacer para recomponer la Nación y olvidar la pesadilla sanchista.
Y entonces yo, aunque no me alegraré, lo comprenderé perfectamente. Pero vosotros, en cambio, no tendréis perdón de Dios. O de Lenin.
Firmado:
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y socialdemócrata.