Fernando Sánchez Dragó ha presumido en un libro de que hace años se acostó con dos menores japonesas, en Tokio. El escándalo ha saltado y ya hay gente pidiendo a la editorial que retire el libro, libreros retirándolo de sus estantes, el comité de empresa de Telemadrid pidiendo que Sánchez Dragó abandone dicha emisora... en fín, un pifostio. A todo esto, han surgido voces disculpando a Dragó, comparándolo con Vladimir Nabokov, por ejemplo, el autor de la célebre "Lolita". Pero Nabokov era un genio y un buen hombre que escribió sobre un pobre diablo surgido de su imaginación, Humbert, que se enamora de una menor, Dolores Haze. Comparar eso con un tipo que realmente se acuesta con menores y luego va presumiendo de ello... pues es sacar los pies del tiesto, me parece a mí. La mayor perversión de Nabokov era su afición a cazar mariposas, estaba tan lejano de Humbert, su personaje, como el Sol de la Tierra. Dragó no es como Nabokov, no es un buen hombre que imagina pervertidos, es un pervertido de verdad. Además, el enfermo y anormal deseo de Humbert por una menor se humanizaba o atenuaba porque la amaba, mientras que Dragó no amaba a esas japonesitas, yo creo.
Por estar contigo
Blog personal de José Alfonso Pérez Martínez
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sábado, 30 de octubre de 2010
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Hola, ¿qué tal?
ResponderEliminarLa verdad es que Dragó se columpió mucho. Y más los que lo comparan con Nabokov. Como bien dices, una cosa es ser un buen tipo que escribe sobre un pervertido, y otra muy distinta ser de verdad un pervertido.
Pero parece que hay gente que no ve la diferencia.
Un saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola:
ResponderEliminarPienso que tienes toda la razón, y sin duda, aquellos que compararon a Dragó con Nabokov no eran conscientes de lo que decían.
Lo fácil es descalificar a Dragó, pero a mi humilde modo de ver, él ya lo sabe hacer solito, él mismo crea su perfil.
Lo realmente triste es que hay muchos S. Dragó sueltos por el mundo, demasiados, aquellos que van a países pobres con el fin de satisfacer sus perversiones más ocultas. Lo magnífico del caso Dragó es que ha sido lo suficientemente estúpido para plasmar esa acción en un país desarrollado como es Japón.
Me encantan sus disculpas, cómo se contradice con sus escritos y revela sus principios ético- morales, y sobre todo, el "valor" que tiene su palabra.
Crees bien, Dragó no amaba a esas japonesitas.