Hace poco tiempo pude leer el tomo que reúne la obra completa "Paracuellos", de Carlos Giménez. Una de las cosas que más me llamaron la atención de dicho cómic fue la importancia que los tebeos tuvieron para los niños de la época franquista en general y para los niños acogidos al "Auxilio Social" en particular: las intrépidas aventuras les salvaban de la grisura de profesores, sacerdotes, de la absurda violencia y miseria moral, casi peor que la económica, de la época. En otra obra que leí, esta no un cómic, sino una crónica humorística de la escuela franquista ("El florido pensil. Memoria de la escuela nacionalcatólica", de Andrés Sopeña Monsalve), el cómic, así como otros medios de evasión, como el cine de vaqueros e indios, se ve reflejado con su gran relevancia evasora y lúdica, contrapunto alimentador de la imaginación y la fantasía frente a unos programas escolares fuertemente ideologizados, desprovistos de rigor científico, de educación en valores democráticos o humanos y totalmente impregnados de las bizarras ideas sobre el mundo y los hombres procedentes de los sacerdotes anquilosados de la fe oficial del Estado. En honor a aquellos cómics que sin duda ayudaron a muchos niños a superar una época terrible quiero dejar aquí un pequeño haiku como mi modesto homenaje a aquellos dibujantes y guionistas:
HAIKU DEL TEBEO EN LA ÉPOCA FRANQUISTA
-A Luis Alberto de Cuenca y Carlos Giménez-
Roberto Alcázar
y el alegre Pedrín.
Luz en la sombra.
-José Alfonso Pérez Martínez, 3 de agosto de 2010-
Bueno, siempre es lógico que la situación social y económica defina el índole de las historias. Los comics no son ninguna exepción. Y aunque yo odie cuando mezclan el mundo real con el de los comics (yo leo comics, entre muchas razones, para divertirme, relajarme, y olvidarme de los problemas que aquejan al mundo), todos los comics de todo el mundo lo han hecho. Sino, solo falta ver a Capitán América y recordar el año y la situación en la que se encontraba USA cuando fue creado.
ResponderEliminarY así hay miles de ejemplos...