Palabras sagradas... incluso para un ateo las hay
Las siguientes palabras son para mí sagradas, aere perennius (más duraderas que el bronce), las copio con el respetuoso fervor que me merecen:
«¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España»
(Don Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca en 1936, tras ser atacado por fascistas)
Foto: Don Miguel, rodeado de chusma fascista, sale, sin un ápice de humillación o temor, del Paraninfo de la Universidad de Salamanca en ese día memorable (12 de octubre de 1936) en que supo permanecer dignamente altivo, como sacerdote de la inteligencia, ante los agentes de la barbarie y de la fuerza bruta.
Las Universidades nacieron en la Europa medieval con una gran autonomía y libertad para gobernarse a sí mismas y decidir sus líneas educativas. Los reyes medievales y de la Edad Moderna respetaron ese "reino dentro del reino" que era la Universidad, y así es como debe ser. Chávez se coloca ahora al lado de tiranos como Francisco Franco, que quisieron ahogar la inteligencia y la libertad, fluidos naturales del cuerpo universitario, para sustituirlos por la estupidez y la opresión gubernamental, transformando a la universidad viva en un ente muerto, un zombie al servicio del gobierno.
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