Richard Wagner y Luis II de Baviera, por Fritz Berger
LUIS II Y RICARDO WAGNER
SE REÚNEN EN BAYREUTH
Para Antonio Morales
Deja el monarca tras de sí las sombreadas cavernas
de sus sueños. Rota ya la llama sagrada
que el maestro le tendía, su corazón desolado,
vencida la antigua fuerza de su espíritu, se abandona
sin remedio al insolente empuje de sus lacayos.
A sus ministros libera. ¿Liberarlos? Más bien les abre la puerta
de su propia estupidez. Arroja la espada y se entrega.
Sabe que Wagner ha muerto en la distante Venecia.
Su cuerpo, liberado ya de todo lo mundano, rescatado
el corazón de mezquindades, envidias e incomprensión,
es transportado ahora por el joven gondolero.
Mientras tanto él, monarca de Baviera, escucha por última vez
la inmortal melodía que al corazón le hablara años atrás.
Llora, enrojecidos los ojos, la pérdida del amigo, del hermano
que un día diera forma, aunque fuese a la manera
etérea y fugaz de la música, a un mundo imposible,
a la belleza por él soñada. Bien sabe ahora que su pueblo,
educado durante siglos en la mediocridad o en la miseria,
no puede entender que su Rey responda a las leyes de otro reino,
de otro mundo: el pueblo se rebela contra un Rey que no reina.
Más aún sus ministros, sus validos y consejeros: un poder
ambicionan más concreto, que responda a sus chatas aspiraciones,
al imperio geográfico, a la ley de la economía.
Ahora arroja Luis un leve paño negro sobre el silenciado
piano. El objeto, homenaje al maestro, confunde su color
con las sombras de la estancia. Llora ya sin consuelo.
Por última vez recorre los montes más altos y hermosos de la tierra.
Sobre los campos llueve. Agua y lágrimas se mezclan en su boca
como un filtro salado. La primavera se insinúa en las flores
primeras. Dice adiós con los ojos a tanta belleza.
Suena más alta que nunca la música de Lohengrin, mientras una voz
sobre el cuerpo tendido junto a blancas violetas,
parece decir: "piano, piano, piano, che il re é morto.
Dirige tu barca hacia Bayreuth, gondolero,
que el maestro querrá besarlo".
© Antonio Parra, de su libro Poemas (1979-1997)
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