Flavio Josefo
FLAVIO JOSEFO
Ex-sacerdote-militar, ya Flavio,
Siempre tan ambicioso, vive en Roma,
Suma cumbre, poder irresistible.
Queda el pasado con vigor presente.
Ilustre origen religioso y regio,
Eminencia social hasta en la guerra,
Ante el Imperio personaje doble:
Si militar, negociador --- vencido.
Estado intolerable.
Fatalmente
Se rinde. Su destino va empujándole,
Y se incorpora al triunfo: Roma fuerte.
A Vespasiano sirve, ya romano,
Y se aloja en su casa.
La tarea,
Pacífica. Historiador, escribe
La historia de un país para aquel mundo
Grecolatino. ¿Renegado? Nunca.
¡Israel! Israel es diferente.
Él dice "Dios" también, no dice "dioses".
Su Judea anulada permanece
Sin otra relación que el vencimiento
Con un orbe implacable y ya absoluto.
Él mismo se sacude la derrota,
Lejana.
Más lejanos los judíos
Dispersos y dolientes en su diáspora,
En su profunda humillación.
Josefo
Se consagra a estudiar el pueblo insigne,
Más aún, sagrado. Lo cuenta al mundo,
El mundo bello, docto de los dioses
Falsos. No jurará por Zeus. Libros
Redacta. ¿Lengua? Griega, corregida
Por secretarios. ¡Superior lenguaje!
Y los emperadores le protejen,
Hebreo para extraños, y en sí mismo
Siempre quien fue.
¿Quién fue?
Y se divorcia
De aquella intimidad, inalienable.
Sin salir de sí propio no se habita.
Es y no es, no está: difícil suerte.
¿Ambición sin un tope de frontera?
Flavius Josephus, en aquella Roma
De la ambición sin límites, se afirma.
© Herederos de Jorge Guillén