Este es el texto que he leído hoy, 17 de mayo, para presentar a Juan Ramón Barat en el recital presentación de su libro "La brújula ciega" en la Crepería Hipotenusa (Cartagena):
Bienvenidos todos, gracias por venir.
Las biografías nos dicen que Juan Ramón Barat nació en Valencia en 1959, que ha obtenido premios como el Ciudad de Torrevieja, el Leonor, el Blas de Otero, que ha escrito poesía, narrativa, teatro, que escribe para mayores y para chavales, que ha traído a nuestros días los personajes de Plauto.
Nos dicen las biografías que Juan Ramón es licenciado en Filología Clásica y en Filología Hispánica, que imparte clases de lengua en un instituto de Lorca, que es esposo y padre. Las biografías, las declaraciones que sobre su vida y obra adornan las solapas de sus libros, nos hablan del hombre, pero no nos dicen mucho del poeta que en él vive, para eso hay que sumergirse en sus poemas. Nos encontramos entonces un poeta que dialoga con el pasado, con la imagen de su padre; que como Valéry es inspirado por un cementerio junto al mar; que dialoga a través del tiempo con el ser que hoy es sólo un fósil o con el hombre que fabricó una antigua ánfora. Un poeta que retoma el "carpe diem" ante los huesos de un guerrero o ante una playa desierta de bañistas.
El tiempo es el protagonista del libro que Juan Ramón Barat nos presenta hoy. Versos como "cuántos granos le quedan a tu reloj de arena" nos traen a la memoria versos de otros grandes poetas, como aquellos de Kavafis en los que los días son una hilera de velas que se van consumiendo.
En otros, como los del poema "La inutilidad del verbo", presenciamos la lucha del poeta para hacer eterno, mediante el lenguaje, lo que es inevitablemente perecedero, el instante hermoso. Lucha que si no logra eternizar ese instante sí que logra plasmarlo transmitiéndonos su belleza, como vemos en otros poemas como "Vuelo sostenido" o "Río de Albarracín".
Es un libro este realizado a partir de la meditación y de la contemplación, un libro repleto de la auténtica poesía que deja en el alma del poeta el transcurso de los seres, la luz de los atardeceres, su triste y perecedera belleza.
© José Alfonso Pérez Martínez
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