Hace un tiempo visité la mina Agrupa Vicenta, de La Unión, hoy en día abierta al público. La profunda impresión que me llevé ha cristalizado hoy en este poema. Lo dedico a mi abuelo José Martínez Hernández, que fue minero en La Unión (aunque no en esa mina) y a quien la mina mató, a los 35 años de edad.
Un rincón de la mina Agrupa Vicenta. En la mina hay muñecos representando a los mineros y se oye una grabación con picos golpeando la roca y, de vez en cuando, una explosión. Imaginadlo todo mucho más oscuro y polvoriento, así era cuando la mina estaba en funcionamiento. Cada minero veía sólo lo que la luz de su carburo o lámpara alumbraba.
AGRUPA VICENTA
Es honda esta mina
en donde tanta muerte estuvo,
y que por tanto esfuerzo fue hecha,
deshaciendo a los hacedores,
esculpiendo a golpes de marro
cientos de íntimas tragedias.
Es honda esta mina
como mirar al dolor a los ojos,
y al asomarse en esa sima
-carburo en mano, garganta escocida-
temblar, gemir de espanto.
Es honda esta mina
como la taranta que en la garganta
surgía, como de la mina el plomo.
Dios que no existes,
concede la paz a esos hombres.
-José Alfonso Pérez Martínez, 11 de abril de 2013-
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