Estoy leyendo "La utilidad de lo inútil", ensayo de Nuccio Ordine en que se reivindica el valor de saberes tenidos por inútiles, como la filosofía o el estudio de los clásicos. Ordine recurre a textos de autores como Teophile Gautier o Baudelaire para reivindicar la importancia, más allá de la utilidad práctica, de estos saberes. Estoy de acuerdo en que son importantes y que deben ser conservados. El problema que veo es que estos autores, y otros citados como Oscar Wilde, Bataille o Steiner, para reivindicar la belleza e importancia de estos saberes "inútiles", suelen recurrir a resaltar la fealdad de lo considerado útil, de la ingeniería o del comercio. Me parece que se equivocan: para mí, todo es útil y todo es bello. He querido escribir un mensaje, en forma de poema, con la visión que tengo de todo esto, aquí lo tenéis:
La ciudad de los hombres de plata
Para ellos, tanto valía el comercio
como la filosofía o la física.
Y la construcción de puentes tan digna
como rescatar lenguajes perdidos.
Una biblioteca o lugar de estudio
tan importante era como una fábrica,
y un humilde limpiador de letrinas
tan señor como todo un catedrático.
Pues todo es útil y muy necesario:
lo que no lo es al alma lo es al cuerpo,
y tanto un alma como un cuerpo somos.
Lo sabían en aquel lugar mítico:
mucho más sabios eran los argénteos
que nosotros, tristes, confusos monos.
-José Alfonso Pérez Martínez, 23 de enero de 2014-
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