En esta noche calurosísima quisiera traer a vuestro conocimiento (o a vuestro recuerdo, si es que ya las conocéis) unas líneas del filósofo inglés John Locke (1632-1704) sobre la aceptación de las opiniones ajenas, o sobre la mera tolerancia a las mismas. Son líneas que he encontrado en la Historia de la filosofía de Bertrand Russell, y que éste extrae del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke. Me parece que son tan oportunas hoy como cuando fueron publicadas a finales del siglo XVII, pues el hombre sigue intentando imponer sus ideas a sus semejantes. Contra esta manía viene, muy oportuno siempre, John Locke:
Convendría, a mi juicio, a todos los hombres el mantener la paz y los oficios comunes de humanidad y amistad en la diversidad de opiniones, puesto que no podemos razonablemente esperar que cualquiera se ofrezca presta y obsequiosamente a dejar su propia opinión y a abrazar la nuestra con una resignación ciega a una autoridad que el entendimiento del hombre no reconoce. Pues, aunque pueda a menudo equivocarse, no puede reconocer otra guía que la razón, ni someterse ciegamente a la voluntad y dictados de otro. [...] Haríamos mejor en apiadarnos de nuestra mutua ignorancia y en tratar de eliminarla por todos los medios corteses y de información a nuestro alcance, y no en tratar instantáneamente mal a los otros como obstinados y perversos porque no renuncian a sus opiniones y aceptan las nuestras, o por lo menos las que tratamos de hacerles aceptar, cuando es más que probable que nosotros no seamos menos obstinados al no abrazar alguna de las suyas.
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