La cultura es el conjunto de conocimientos que debe poseer alguien para no ser considerado un ignorante, para ser culto. El contenido de la cultura puede variar, según los tiempos y las sociedades. En España, hoy, cada vez más parece importante saber de gastronomía, y de vinos, saber qué cocineros tienen más estrellas Michelín o qué vino es el más aplaudido esta temporada. En otros países tales conocimientos carecen de relevancia cultural. La gastronomía, aquí, gana prestigio, mientras la tauromaquia, pese a quien pese, lo pierde. La biblioteca privada de un culto puede prescindir hoy, sin problemas, del Cossío, la gran enciclopedia del arte de Cuchares.
Hay campos del conocimiento que estuvieron, están y seguramente estarán en la cultura, pese a que el gobierno disminuya las horas de impartición de los mismos en los planes académicos. Hablo de los saberes humanísticos: filosofía, historia, literatura o arte. Sigue siendo importante saber quiénes fueron Platón o Descartes, en qué año comenzó la reconquista o cuándo cayó el imperio bizantino, qué otras obras escribió Cervantes además del Quijote, quién escribió Los hermanos Karamazov, quiénes fueron Velázquez, Goya, Ingres.
Sobre la ciencia no hay consenso, parece. Hay quien considera que alguien, para ser culto, ha de saber de física, de astronomía, de química, y quien no lo cree necesario. A mí me parece que al menos unos conocimientos básicos sí hay que tener. Está bien saber lo que decía el Principio de Arquímedes o la Teoría de la Relatividad de Einstein, o saber quienes fueron Newton, Lavoisier o Darwin. No sólo está bien sino que, como todo lo que tiene relevancia cultural, nos enriquece.
La cultura: todo lo que hay que saber, de Drietrich Schwanitz.
Aunque falten unos cuantos nombres españoles o latinoamericanos en ella, esta guía cultural no deja de tener cierto interés.
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