Claudio Sánchez-Albornoz con Adolfo Suárez, en 1976, cuando don Claudio visitó brevemente España, antes de su definitivo regreso en 1983.
Don
Claudio Sánchez-Albornoz fue un sabio español. Historiador
medievalista, vivió entre 1893 y 1984. Huyendo de la guerra civil y de
la posterior dictadura franquista vivió largas décadas en Argentina,
donde, en sus clases, se gestaron varias generaciones de historiadores.
Fue presidente de la república española en el exilio (no es baladí este
dato). En 1983 volvió a España para morir, lo que ocurrió un año después
en Ávila. Se definía como español, liberal, católico y republicano. En
"Aún: del pasado y del presente", colección de ensayos y artículos
publicada el mismo año de su muerte, encuentro unas líneas suyas que
quisiera compartir. Poco después de recordar hitos de la sangrienta
historia de España (los dos siglos de guerra contra Roma, los ocho
siglos de guerra contra los árabes, la sangrienta lucha por la
independencia, contra Napoleón) don Claudio nos dice:
No hice la guerra civil. Años bárbaros en las dos zonas. Crímenes horrendos en ambas; quemas de iglesias, asesinatos de curas, monjas, obispos y burgueses en una y de masones y liberales en la otra. Persecuciones después de acabada la batalla. [...] Es difícil hoy olvidar. Es tal vez lo más difícil para el hombre y para los pueblos. He predicado empero siempre, convivencia fecunda hacia el mañana. [...] España necesita mirar hacia el mañana, intentando superar las horas crueles de las décadas trágicas... [...] Olvidemos, olvidemos el ayer... ¿Qué puede recomendar a sus compatriotas un hombre como yo: de casi noventa años, católico, liberal y demócrata que adora a España? Lo he perdido todo en la batalla. [...] Hoy como ayer clamo por la restauración de una España tolerante y generosa. Quizás podamos alcanzar un mañana venturoso. [...] Ha llegado el momento de incorporarse pacífica e inteligentemente a la vida política nacional, [...] buscando colaborar a la eclosión del mañana luminoso de la patria. [...] Yo soy un historiador y soy la historia y ya no soy nada más que un predicador de fraternidad entre los españoles. No es necesario que nadie claudique de sus propias ideas sino que se disponga a colaborar en una paz fraterna.