A quien tiene poder, potestas, se le obedece por temor, por miedo a ese poder que ostenta. El dictador Francisco Franco tenía poder. A quien tiene autoridad, auctoritas, se le respeta, y su opinión y dictados son tenidos en cuenta por ese respeto que se le profesa. El Rey Juan Carlos I heredó el poder omnímodo de Franco pero renunció a él para poseer autoridad. Una autoridad forjada en la construcción y defensa de la democracia, y en la implicación en el progreso de España, en el ingreso en la Unión Europea, en su representarnos optímamente en múltiples foros. Y en su saber abdicar en su hijo. Esa renuncia también fue un valioso servicio a España. Con sus fallos y errores, de los que como humano no ha estado exento, felicito hoy, en su 80º aniversario, a quien se ganó el respeto de la mayoría de españoles y con él consiguió para la jefatura del Estado la autoridad que ha transmitido a su hijo, nuestro buen Rey Felipe. Felicidades, S.M. Juan Carlos I.
Una imagen de gran significación y trascendencia:
Don Juan, Conde de Barcelona y heredero de los derechos a la corona de España (hubiera sido, de ser Rey, Juan III), cede los mismos a su hijo Don Juan Carlos, año 1977. A la izquierda vemos a Don Felipe, entonces un niño de nueve años, a quien Juan Carlos, su padre, le cedería a su vez la corona en 2014. Franco "puenteó" a Don Juan, irrespetando sus derechos dinásticos, pero Don Juan supo renunciar voluntariamente a ellos cuando vio que su hijo era un óptimo monarca de España, y no un continuador del franquismo como Franco esperaba.
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