Por estar contigo

Blog personal de José Alfonso Pérez Martínez

"Estas líneas escribo,
únicamente por estar contigo"
(Luis Cernuda)

sábado, 26 de junio de 2021

"Conan, nieto de Connacht", por Timothy Truman, Richard Corben y José Villarrubia


Conan, el personaje creado por Robert E. Howard, es un cimmerio que muy pronto abandona su tierra natal para vivir muchas aventuras en los reinos más al sur y al este, como guerrero, ladrón, gladiador, pirata y mercenario, hasta conquistar un trono y convertirse en rey de Aquilonia. Su padre, Conaldar, nunca salió de Cimmeria. La vena aventurera de Conan le viene de Connacht, su abuelo, quien también se aventuró en las tierras al sur de Cimmeria y vivió muchas aventuras. Este tomo nos ofrece un vistazo a la vida del abuelo paterno de Conan. Son historias publicadas por la editorial Dark Horse, mientras tenían los derechos para hacer cómics con estos personajes, que ahora se recopilan en un solo tomo.

El guionista es Timothy Truman, y el dibujante es Richard Corben, un extraordinario artista fallecido el pasado diciembre a sus 80 años. El colorista es el español José Villarrubia. El tomo es destacable sobre todo por el arte de Corben.

La larga vida aventurera de Connacht está demasiado resumida y uno se queda con ganas de leer más historias del abuelo de Conan. Pero, en general, es un buen cómic. 









 

"Dagón" de H. P. Lovecraft (edición ilustrada)


Hasta el momento todos los libros que tengo de Lovecraft son ilustrados: "La llamada de Cthulhu", en una gran edición ilustrada por Baranger; los relatos de "Los mitos de Cthulhu" en cómics realizados por el maestro argentino Alberto Breccia. Y ahora, este "Dagón", ilustrado por Armel Gaulme. "Dagón" fue el primer relato escrito por Lovecraft, en 1917 (ardían Europa y otras partes del mundo todavía, por la primera guerra mundial), y publicado dos años después, en 1919, en la revista The Vagrant. Cien años después Gaulme, excelente ilustrador, dentro de su proyecto "Los cuadernos de Lovecraft" lo ha ilustrado. El proyecto de Gaulme es parecido al de Baranger, quien también pretende ilustrar toda la obra lovecraftiana. Es destacable el interés que despierta en ilustradores y en dibujantes de cómic la obra de Lovecraft. 

"Dagón" nos cuenta la historia de un oficial de la marina mercante que, capturado por corsarios alemanes, escapa y llega a una tierra que no está en los mapas y que parece recién emergida de las aguas. Allí encuentra al gran dios-pez Dagón. En "Dagón" ya está en germen lo mejor de Lovecraft, su capacidad de sugerir, más que de mostrar abiertamente, el horror y la locura de seres cuya simple visión la mente humana no es capaz de procesar o soportar. Las puertas abiertas a la ruptura de la realidad, a la destrucción de la cordura.












lunes, 21 de junio de 2021

Cómics: nuevo precio récord




Por este ejemplar del número 5 de Marvel Spotlight, un cómic de 1972 y primera aparición del Motorista Fantasma, se ha pagado la cantidad de 264 mil dólares. Es la cantidad más alta pagada hasta ahora por un cómic de la Edad de Bronce de los cómics. Su precio de portada original fue de 20 centavos. 

La Edad de Oro abarca desde 1938 (nº 1 de Action Comics) a 1956 (historia "El Flash de Dos Mundos"). La Edad de Plata abarca de 1956 a 1970. La Edad de Bronce, a la que pertenece el cómic del Motorista Fantasma recién vendido, abarca de 1970 a 1985.

El número 5 de Marvel Spotlight fue obra de Gary Friedrich (guión) y de Mike Plogg, quien se ocupó de todo el aspecto gráfico (dibujo a lápiz, entintado y color). 

miércoles, 16 de junio de 2021

Epístola moral al Rey Felipe, por Fernando Sánchez Dragó


"Pasé el último fin de semana en Segovia dirigiendo un Encuentro Eleusino -o sea: filosófico, sapiencial, oracular y, en la medida de lo posible, iniciático- sobre la necesidad de releer a los clásicos como posible mecanismo de rescate para hacer frente al lío nacional,  internacional e individual en el que nos ha sumido la pandemia. 'Tirando del Hilo de Oro' era el título de ese encuentro, por alusión a una metáfora acuñada por Platón en Las Leyes, y en él, acogiéndonos a la autoridad del filósofo más importante de la historia y a las enseñanzas de la Paideia en el mundo helénico, salió a relucir una y otra vez la necesidad de que los protagonistas de la res publica cultiven la ejemplaridad. A ella dedicó en años muy recientes toda una tetralogía el filósofo español Javier Gomá. Sin ejemplaridad no hay auctoritas posible y sin ella la política se convierte en lo que, por desgracia, ya ha llegado a ser, al menos entre nosotros: puro politiqueo, juego de tronos y de trileros, astucia, picardía, latrocinio, esgrima de intereses, timo, estafa, despilfarro, confiscación, apropiación de lo ajeno,  intercambio de cromos en ese patio de colegio al que seguimos llamando, con cinismo, Parlamento...

     Digo todo esto a cuento de la polémica desatada en torno al sensatísimo comentario de Isabel Díaz Ayuso sobre el difícil papel de nuestro Rey en la ciclogénesis de los indultos que ya se nos viene encima. Se preguntaba la presidente de la Comunidad de Madrid en el acto de Colón por la ominosa posibilidad, casi certeza, de que don Felipe, obligado por la literalidad de la Constitución, tenga que pasar por el aro de firmar y avalar, aunque lo haga cruzando los dedos, la despótica, antidemocrática, abyecta e incalificable decisión monclovita de indultar a un puñado de golpistas, culpables de rebelión, de sedición y de alta traición, poniendo de ese modo término, acaso definitivo, al vano sueño de que España sea un estado de derecho. 


     ¡Oh, qué gran escándalo el suscitado por las palabras de Ayuso entre la práctica totalidad de los comentaristas políticos, de los periodistas, de los editorialistas, de los portavoces de los partidos y de los dirigentes de éstos, incluyendo, por supuesto, a los casadistas, a los arrimadistas, a los pablistas, a los sanchistas, a los revillistas, a los separatistas e incluso, aunque con matices, a los abascalistas! O sea: a casi todo el mundo, menos a la mayor parte de los españoles de a pie, entre los que me cuento.


      Cierto es, según parece, que Isabel Díaz Ayuso, acosada por los medios de comunicación y por los cobardicas cegatos e hipócritas de su propio partido, que ojalá deje de serlo pronto, ha reculado un poco, sólo un poco, pero eso no resta veracidad, acierto ni sentido de la oportunidad a lo que dijo en Colón. A mi juicio, claro.


     Más importante que la ley, que cualquier ley, es el espíritu de esa ley. Ley es, por encima de cualquier otra ley, así sea la mismísima Constitución, lo que dictamina el Tribunal Supremo. Y hay una ley, propia, personal e intransferible, codificada por el Derecho Natural, que es la  ley de la conciencia. Ejemplar es el político y no digamos el monarca que la acata por encima de cualquier otra y acomoda su conducta a ella.


      Pondré un solo ejemplo, que por su paralelismo sienta, en este caso, un precedente... El rey Balduino de Bélgica renunció temporalmente a sus poderes el 3 de abril de 1990 para no firmar la ley del aborto que el gobierno de su país quería imponer, e impuso. Eso  es ejemplaridad, alto ejemplo de una testa coronada que anteponía la ley de su conciencia a la del sistema jurídico vigente en el ámbito de su corona. Y es por ese gesto, por ese beau geste, por ese hermoso gesto, por lo que el rey Balduino pasó a la historia y en ella sigue, a diferencia de los que le precedieron, de los que le han seguido y, probablemente, de los que le seguirán.


      Si don Felipe, aquí, hoy, ahora, en cuestión de días, hiciera algo similar, se negara a exculpar a los culpables de atentar contra la unidad de España, que es el palo mayor del frágil velero de nuestra Constitución, y acatase lo establecido por el Tribunal Supremo, incluso al precio de abdicar o, mejor aún, aunque no sé si eso es viable, pues no soy un leguleyo, de renunciar temporalmente a la titularidad de la corona, se convertiría en leyenda viva y, tras su muerte, que ojalá tarde decenas de años en llegar por su bien y por el bien de todos, pasaría a la historia como uno de los grandes reyes de la historia de España.


      De sobra sé que esta columna mía es un brindis al sol que a nada conducirá y que sólo ásperas disidencias me valdrá, pero... considérelo, Majestad. Desobedezca al gobierno. Rompa la baraja. Preste voz a la voz de su conciencia. No firme esos indultos. Se lo pido en nombre propio, en el de millones de mis compatriotas -estoy seguro- y, por extraño que parezca, en el de la Constitución".


En el canal de YouTube de Estado de Alarma: https://youtu.be/Vk6_8AjQuFI







lunes, 14 de junio de 2021

Muchos errores, un horror


Adjunto la fe de erratas de la primera edición de "Variaciones y figuras sobre un tema de La Bruyère", de Guillermo Carnero (Visor, 1974). La acumulación de tantos errores en un libro de pocas páginas (apenas 50) comporta un horror: la descuidada, inatenta, incompetente labor del editor. De estos errores primeros Chus Visor aprendió, sin embargo. Hace mucho que comprar un libro de Visor es garantía casi total (ningún editor está libre de las malas pasadas de los duendes de la imprenta) de un trabajo bien realizado.



sábado, 12 de junio de 2021

Una foto


Gran fotografía: el guionista de cómics de Conan el bárbaro más importante, Roy Thomas, rindiendo homenaje al creador literario de Conan, Robert E. Howard, en su tumba. El año que viene se cumplirán 90 años de la publicación del primer relato de Conan, titulado El fénix en la espada, en la revista Weird Tales. Este año se cumplen 85 años del suicidio de Robert E. Howard. En 2020, en octubre, se cumplieron 50 años de la primera aparición en cómic de Conan, en el número 1 de Conan the Barbarian (Marvel), con guión de Roy Thomas y dibujos de Barry W. Smith. 



viernes, 11 de junio de 2021

Trailer de "Masters del Universo: Revelación"


Este avance de la nueva serie de dibujos animados de Netflix de los Masters del Universo está siendo un auténtico torpedo, una carga de profundidad directa al corazón de muchos, a su niño interior. En YouTube se están dando auténticas reacciones de emoción pura, de lágrimas de gozo, ante estos segundos de escenas. Tras la serie está el director y guionista de cine, y guionista de cómics, Kevin Smith. La voz de Skeletor, en la versión original, la hace Mark Hamill, el legendario intérprete de Luke Skywalker en las películas de Star Wars. La canción del trailer es un famoso tema de los 80 de la cantante Bonnie Tyler. A mí me gusta que parece un producto de aventura y acción sin más, sin carga ideológica progre, de la que muchos ya estamos hartos. 

El trailer: https://m.youtube.com/watch?v=1djQBtmFusU



martes, 8 de junio de 2021

Jorge Luis Borges, sobre su hermana Norah


Jorge Luis Borges definió a su hermana, la pintora Norah Borges, en este estupendo prólogo de un catálogo de las obras de ella:

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No sé a qué margen del gran río barroso, que un escritor ha bautizado con el nombre de Río Inmóvil, puedo atribuir mis primeros recuerdos de mi hermana. Si corresponden a la margen derecha, que es la de Buenos Aires, debo pensar en unos patios de baldosas coloradas, en un jardín con una palmera y con ceibos y en un barrio modesto; si en la margen izquierda, la de Montevideo, en la gran quinta de mi tío, Francisco Haedo, inagotable y honda, con un mirador de cristales de diversos colores, con muchos árboles, con una pileta sombreada, con un arroyo casi secreto, con dos glorietas y con dos bancos de mampostería en la acera. Los lugares que he enumerado nos servían para fines escénicos. Compartíamos las ficciones de Wells, de Verne, de Las mil y una noches y de Poe, y las representábamos. Puesto que sólo éramos dos (salvo en Montevideo, donde nos acompañaba mi prima Esther) multiplicábamos los roles y éramos, de un momento a otro, las cambiantes personas de la fábula. Habíamos inventado dos amigos inseparables, que se llamaban Quilos y el Molino. Un día dejamos de hablar de ellos y explicamos que se habían muerto, sin saber muy bien qué cosa era la muerte. Otras memorias guardo de largas playas, de andar a caballo por el campo y de arroyos tortuosos. Dejada atrás la infancia, en otras tierras conoceríamos Ginebra, el Ródano y el Mar Mediterráneo. 


Norah, en todos nuestros juegos, era siempre el caudillo; yo, el rezagado, el tímido y el sumiso. Ella subía a la azotea, trepaba a los árboles y a los cerros; yo la seguía con menos entusiasmo que miedo. En la escuela el contraste se repitió. A mí me intimidaban los chicos pobres y me enseñaban con desdén el lunfardo básico de aquellos años; no dejaba de sorprenderme que en casa no me hubieran instruido en las voces más comunes del habla. Mi hermana, en cambio, dirigía a sus compañeras. A algunas, las más tontas, les refería complejas y disparatadas historias que ellas no han acabado aún de entender. Nuestro breve universo era cerrado. En casa tuvimos libertad, no fuimos asediados con restricciones; mi padre, profesor de psicología, creía que son los chicos los que educan a los mayores. Con una de nuestras abuelas hablábamos de un modo y con otra de otro; el tiempo nos enseñaría que esos dos modos eran la lengua castellana y la lengua inglesa. Cuando era muy niña Norah no aceptaba una golosina si no me daban la mitad.


Nuestras infancias, como es natural, se confunden, pero siempre fuimos distintos. Sin embargo, nunca dejamos de entendernos; a veces, bastaba una mirada cómplice, otras, ni eso siquiera. Durante toda la adolescencia la envidié porque se encontró envuelta en un tiroteo electoral y atravesó la plaza de Adrogué, un pueblo del Sur, corriendo entre las balas. 


Fuera de mis manías, que son muchas, y que ahora abarcan el islandés y el anglosajón, suelo juzgar a las personas por la inteligencia y el valor; Norah, por la bondad y, lo que es más singular, por el parentesco. A mí la gente de mi sangre me atrae pero prefiero a los que han muerto, que puedo imaginar a mi modo; a mi hermana le encantan los parientes, esos primos segundos y terceros, aun cuando vienen de visita. Hace años nos revelaron la existencia de una nieta natural de un abuelo nuestro. Ante la noticia Norah exclamó: “¡Otra persona que adorar!”. 


Profesa como yo, el culto de nuestros mayores; cuando fue por primera vez a Inglaterra, nos escribió que hojeaba los libros de los estantes callejeros y sentía, al volver las hojas, que esas queridas e invisibles presencias, iban siguiendo la lectura sobre sus hombros. Abunda en el amor de toda la gente; desde niña había elegido los nombres de sus hijos y de sus hijas. Cada noche rezaba para que todas las personas estuvieran tranquilas en sus casas y los animales en sus cuevas y en sus pesebres. Siempre tendió a considerar la estupidez como una suerte de inocencia; dijo que una amiga suya, de notoria simplicidad, era “como una rosa blanca”. Sin embargo, sabe juzgar; durante la primera guerra mundial llegamos a Lauterbrunnen, en Suiza, y Norah bajó para explorar el hotel. Al rato volvió muy alborotada para revelarnos que en el vestíbulo había un señor muy importante, “un señor que debe de haber sido en su tiempo una gran nulidad”. 


Como todas las mujeres inteligentes y lindas, no dejó nunca de pensar que los hombres eran muy simples. Hace unos años, entre las barras del zoológico, todos admiraban al tigre; Norah dijo como si pensara en voz alta: “Está hecho para el amor”. 


Literariamente, nunca he logrado convertirla al Quijote, a Dante o a Conrad; en cambio compartimos el amor de Eça de Queiroz, de Rafael Cansinos Asséns y de Dickens, inventor o descubridor de la soledad de la infancia y de sus inconfesables miedos. No pude acompañarla en su admiración por La Città Morta de D’Annunzio. Días pasados me dijo que su libro de cabecera era ahora The Woman in White de Wilkie Collins, libro que en su tiempo gozó de la preferencia de Swinburne. 


Hacia mil novecientos veinte, año en que regresamos de Europa, me ayudó a descubrir la ajedrezada y desparramada ciudad de Buenos Aires, nuestra patria. Durante la segunda dictadura, hacia mil novecientos cuarenta y cuatro, padeció un mes de prisión por razones políticas; para no afligir a mi madre, le escribió que la cárcel era un lugar lindísimo. Aprovechaba el obligado ocio para enseñar dibujo a sus compañeras de encierro, que eran mujeres de la calle. Cada noche rezaba su Padrenuestro y se quedaba dormida inmediatamente. 


A diferencia de Milton y de Nietzsche, prefirió siempre el Nuevo Testamento al Antiguo. Le desagrada discutir y evade, generalmente con una frase cariñosa, la discusión, que en modo alguno altera sus actos ni sus ideas. 


Pueblan sus días el ejercicio del arte y de la amistad. No recuerdo una época en que no le gustara dibujar. En Ginebra estudió dibujo con el profesor Sarkisoff y admiró mucho a Ferdinand Hodler. Cuando fuimos a España su profesor Sarkisoff le dijo: “… y sobre todo no se dedique a imitar a un Zuloaga cualquiera”. En el Museo del Prado en Madrid descubrió que una tela era apócrifa dos o tres años antes que los expertos. 


Cuando Norah ensayó la litografía, escribía poemas, pero los destruyó para no usurpar lo que ella juzgaba mi territorio. Recuerdo haber entrevisto una línea cuyo tema era Italia, “tierra donde el arado del campesino puede revelar el mármol de un busto”. Publicó asimismo generosas críticas de arte en una revista casi secreta, Los Anales de Buenos Aires, y las firmó, para no alardear de escritora, con el seudónimo de Manuel Pinedo. Otra vez la misma delicadeza. 


Una de sus primeras pasiones fueron los expresionistas alemanes; pintaba crucifixiones, flagelaciones, martirios y violentas contorsiones de mártires. Ahora, como Stefan George, piensa que uno de los fines del arte es dar serenidad. Escribió en una encuesta en La Nación: “El fin de la pintura es dar alegría por medio de los colores y de las formas”. Una vez me aconsejó que no dijera nada que no diera alegría a alguien. Descree del arte ingenuo; planea geométricamente cada una de sus telas. Y si pinta ángeles, es porque está segura de que existen. Amó profundamente a los genuinos prerrafaelistas de Italia y a sus continuadores ingleses del siglo XIX. Le agradan artes y épocas muy diversas, pero ahora la incitan a pintar los frescos del Palacio de Knosos y lo arcaico griego, las figuras del Pórtico de San Isidoro de León, el arte románico, las tapicerías de Flandes del siglo XIII, Lippi y Fra Angelico, el Giotto y Botticelli, Memling. Incomprensiblemente para mí, admira las telas del Greco cuyos paraísos, abarrotados de báculos y de mitras, me parecen más espantosos que muchos infiernos. Le impresionan los arlequines de Picasso y los caballos de De Chirico. Últimamente se ha enamorado del arte celta que no tolera los espacios en blanco. Pero le importan las escuelas menos que los pintores y los pintores menos que cada obra. 


Es una minuciosa y rápida retratista, pero sólo dibuja los rostros que verdaderamente le interesan. A un pintor que preparaba la exposición de una galería de escritores y otra de cirujanos, le preguntó cómo podía saber de antemano que todas esas caras iban a despertar su atención. 


Norah padeció la desdicha, que bien puede ser una felicidad, de no haber sido nunca contemporánea. Cuando en la década del veinte regresamos a Buenos Aires, los críticos la condenaron por audaz; ahora, abstractos o concretos —las dos palabras son curiosamente sinónimas— la condenan por representativa. 


No dejó nunca de atraerle el pasado inmediato: las quintas del Oeste y del Sur, los jarrones y las glorietas, los anillados llamadores de bronce, los medallones que acaricia una mano, las balaustradas, un laúd, también los ángeles musicales, las niñas, los adolescentes que unen la serenidad al asombro. Estas litografías rescatan esos paraísos perdidos de la niñez: los vacíos patios ajedrezados, la campesina casi niña que acuna contra el pecho al hijito, el inexplorado globo terráqueo que mira el absorto estudiante, la fuente de Nîmes que recuerda las escaleras, los mármoles y el follaje del parque oscuro de Adrogué, esa joven que medita y sueña asomada a la ventana y a las imaginarias amigas que silenciosamente comparten un pequeño libro secreto. Empezó siendo rígida, casi heráldica: después, su mundo se abrió a las formas trémulas de los pétalos, de los árboles y de los pájaros. La hospitalidad de su espíritu se advierte en las compartidas manos de las amigas, en las ternuras de imágenes como “Tobías y el ángel” y en esos graves y distantes jóvenes que transfiguran los soñados por Proust. 


Juzgar a una persona cercana y muy querida es correr el riesgo de que nuestro dictamen parezca meramente interesado o convencional. Se teme exagerar o retacear el merecido elogio. En el caso presente sé que a mi lado hay una gran artista, que ve espontáneamente lo angelical del mundo que nos rodea, tan desaprovechado por otros cuya costumbre es la fealdad. 


Escribir este prólogo ha sido para mí una suerte de necesaria felicidad. Mucho le debo a Norah, más de lo que pueden decir las palabras, menos de lo que pueden significar una sonrisa y el compartido silencio. 



    Buenos Aires, julio de 1974








jueves, 3 de junio de 2021

Casi 30 años después de su muerte...


... Jack Kirby continúa reinando supremo. En su trono permanece tranquilo, como el dibujante de cómics más influyente y espectacular de todos los tiempos. Su grandilocuente estilo, sus intrincadas máquinas, la espectacularidad de sus paisajes, las armaduras y trajes de los héroes, el dinamismo de las escenas de acción, todo eso le sitúa como el indiscutible número uno.

Galería de imágenes:






















miércoles, 2 de junio de 2021

Comentarios desactivados: motivo


Hace poco un tipo, colombiano, me insultó en mi Facebook, llamándome facha. Mi reacción fue bloquearle y publicar en mi blog una aclaración sobre mis ideas políticas. Confiaba en que tras leerla este muchacho entendiera que no soy un fascista y se disculpara, o se produjera una renovación del diálogo, sin insultos. No ha funcionado, volvió a insultarme, en mi blog. Borré su insultante mensaje. Respondió escribiendo dos, de nuevo llamándome "facho" en ellos. He procedido a eliminar estos mensajes y a bloquear la opción de publicar comentarios aquí, en mi blog. Lo siento por quienes quieran dejar comentarios aportadores o interesantes, confío en que encuentren la manera de hacérmelos llegar (estoy disponible en Facebook para ello).

El insulto es una violencia, por supuesto no comparable a la violencia física, pero no deberíamos permitirla en los foros y lugares de debate. Insultar, amenazar, pegar puñetazos como el que le pegaron a Rajoy, cortar vías públicas como se está haciendo en Colombia (vías y calles que son de todos los ciudadanos, no sólo de ellos) , secuestrar (como hicieron a una amiga maestra mexicana, que no estaba de acuerdo con las reivindicaciones y acciones del sindicato de maestros). La izquierda se está especializando en todas las formas de la violencia, y en insultar como fascistas a quienes están lejos de serlo, sino que simplemente no están de acuerdo con sus pretensiones. Somos fascistas los que nos oponemos a los indultos a los golpistas catalanes, somos fascistas los que queremos, atención, no volver a un régimen como el franquista, sino simplemente mantener el régimen del 78. 

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