Reseña publicada originalmente en Que no amanece nadie
Esta novela nos acerca al mundo asfixiante en que viven las mujeres en el islam, sobre todo en ciertas zonas, cercadas por mentalidades machistas, misóginas, alimentadas por una religión que consagra la sumisión de la mujer al hombre.
La protagonista es una mujer casada que tiene que cuidar de su hombre, convertido en un muerto en vida por un tiro en la nuca. La mujer aprovechará el estado postrado y mudo del hombre para relevarle sus secretos, sus quejas, todo lo que tuvo que callar en los largos años de su oprobioso matrimonio.
El libro nos muestra de qué forma la naturaleza hedonista, libre, del ser humano, está aplastada por una religión y unas costumbres totalmente antinaturales. Hermoso libro de denuncia, con cierto toque poético. Una voz, la de Rahimi, a añadirse a tantas otras que empiezan a cuestionar los fundamentos de la sociedad islámica, hundida en la ignorancia, el fanatismo y el desprecio de los derechos humanos. Tal vez estamos ante el inicio de la Ilustración en dicha sociedad, del necesario movimiento racionalista, de crítica interna, que el islam aún no ha tenido como es debido, en extensión y profundidad.
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