Reseña aparecida originalmente en Que no amanece nadie
Este cuento, de aspecto tan humilde, es mucho más de lo que parece. La aventura de Núñez, vidente, en un rincón apartado del mundo donde desde hace generaciones sólo viven ciegos, es un auténtico pequeño tratado de gnoseología (¿cómo se accede al conocimiento?, ¿en qué medida nuestra visión del mundo está determinada por nuestros sentidos?) y de política, en el estricto sentido que le daban los griegos a la palabra, esto es, sobre el hombre en sociedad. Una pequeña maravilla que recomiendo sin dudarlo.
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