Dice Iñigo Errejón, de Podemos, que por encima de la ley está la democracia (ver noticia). Lo mismo decían los nazis, que por encima de la ley está la voluntad popular. Y así convencieron al pueblo para que les votasen y, democráticamente, acabaron con la república de Weimar para establecer un Estado totalitario y demente. Los defensores del Imperio de la Ley deberíamos estremecernos ante la idea de que la ley puede estar al albur de las decisiones, muchas veces equivocadas, del pueblo.
Cuando la sociedad olvida que la Democracia sólo es un medio de evitar la Tiranía, de limitar y substituir un gobierno sin violencia, y que la única garantía de la Libertad es el Imperio de la Ley, el equilibrio de poderes y su moderación, y que la soberanía popular exacerbada no es sino otra Tiranía; [...] cuando la Democracia se convierte [...] en la fuerza original de la Justicia, ésta está arruinada.
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