La gente siempre busca saber quién es el mejor del mundo, en cualquier disciplina. En los deportes y en juegos como el ajedrez es fácil saberlo, pues se disputan, periódicamente, campeonatos del mundo en los que esa cuestión se delucida. En el campo del arte es más difícil saberlo, pues no hay tales campeonatos (y bien está que así sea). Se ha de buscar la respuesta en el aplauso, siempre inconstante, del público, y en las reseñas y artículos de los entendidos y críticos. Esto da como resultado un juicio inconstante y muy variable. Así resulta que el que parece el mejor del mundo, a raíz de una gran actuación u obra, pierde su puesto al mes siguiente, en favor de un rival. Hay sin embargo una serie de artistas que a través de los años logran a menudo estar en esa posición de privilegio, en el aplauso del público y en el reconocimiento de los críticos. En la lírica podríamos citar, entre otros, dos nombres: el del alemán Jonas Kaufmann (1969, Munich), y el del peruano Juan Diego Flórez (1973, Lima). En el primero de los vídeos que a continuación incluyo Kaufmann interpreta E lucevan la stelle, de la opera Tosca, de Puccini. En el segundo, Flórez interpeta Ah mes amis, de la obra de Donizetti La fille du regiment. No sabría yo decir cual de los dos tenores me parece mejor, ambos me parecen muy grandes.
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