Spider-Man: Lejos de casa es una comedia romántica adolescente disfrazada de película de superheroes, justo el tipo de película que temían muchos ver llegar cuando Disney compró Marvel.
Hay quien ha criticado que Peter, tras la muerte de Stark en Endgame, parezca desesperado por encontrar otro mentor y por eso se lance a confiar demasiado en un recién conocido. Se olvida que este Spider-Man no es un adulto con experiencia ya y don de gentes como el de Tobey Maguire o el de Andrew Garfield, sino que apenas tiene 16 años, así que tal vez pueda entenderse que busque un mentor nuevo o esté dispuesto a aceptar como tal a cualquier adulto que parezca adecuado. También hay gente a la que no le gusta la actriz que hace de M. J., Zendaya, pero el propio Stan Lee, tras el estreno de la anterior película de este Spider-Man, la defendió, y a mí también me gusta, me parece fresca, resultona y guapa.
Esta es una película que puede disfrutarse, pero ser demasiado exigente, pedir grandezas o calidades excesivas, o centrarse en cosas que a lo mejor no gustan, puede hacer desdibujar la diversión que la película ofrece.
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