Spider-Man: Lejos de casa es una comedia romántica adolescente disfrazada de película de superheroes, justo el tipo de película que temían muchos ver llegar cuando Disney compró Marvel.
Hay quien ha criticado que Peter, tras la muerte de Stark en Endgame, parezca desesperado por encontrar otro mentor y por eso se lance a confiar demasiado en un recién conocido. Se olvida que este Spider-Man no es un adulto con experiencia ya y don de gentes como el de Tobey Maguire o el de Andrew Garfield, sino que apenas tiene 16 años, así que tal vez pueda entenderse que busque un mentor nuevo o esté dispuesto a aceptar como tal a cualquier adulto que parezca adecuado. También hay gente a la que no le gusta la actriz que hace de M. J., Zendaya, pero el propio Stan Lee, tras el estreno de la anterior película de este Spider-Man, la defendió, y a mí también me gusta, me parece fresca, resultona y guapa.
Esta es una película que puede disfrutarse, pero ser demasiado exigente, pedir grandezas o calidades excesivas, o centrarse en cosas que a lo mejor no gustan, puede hacer desdibujar la diversión que la película ofrece.
Nota: rodeando a esta película hay mucha controversia
por temas que no tienen que ver directamente con su argumento
o características técnicas o calidad de las actuaciones, sino por declaraciones
polémicas de su protagonista o por movimientos discutibles de la
productora para lograr más taquilla. En esta entrada no hablaré de nada
de eso, sino solamente de la película en sí misma.
Los que siguen la gran historia que desde 2008 nos está contando Marvel Studios vieron que en su último capítulo, Vengadores: la Guerra del Infinito, Nick Furia (Samuel L. Jackson), antes de morir, pedía ayuda a alguien. Esta nueva película responde a la pregunta de quién es ese alguien, y de cómo y porqué conoce a Furia.
La respuesta nos lleva casi veinticinco años atrás, a 1995. Es la historia de Carol Danvers (Brie Larson), alguien que desde niña tuvo una característica: no sabía rendirse. Cuando intentaba algo y fracasaba, se levantaba, se limpiaba el polvo y lo volvía a intentar. Una y otra y otra vez, hasta lograrlo. Si esa es una de las características de los héroes, yo, que me he rendido muchas veces en mi vida, jamás podré ser uno de ellos.
Volviendo a la película, está bien hecha. La banda sonora, que incluye temas de grupos de esa época como No Doubt o Nirvana, ayuda a ponernos en situación. A Samuel L. Jackson, el actor que hace de Furia, le han quitado 25 años de la cara con trucos digitales, que no se notan absolutamente nada. La historia del enfrentamiento kree-skrull, en el que Carol Danvers y Furia se ven envueltos, se ha mostrado con cierto giro de tuerca respecto a como se ha dado tradicionalmente en los cómics.
El personaje de la Capitana Marvel, aunque es la primera vez que se le dedica una película, no es nada nuevo, lleva desde los años 70 en los cómics. Al principio empezó siendo un mero interés amoroso del Capitán Marvel original. Luego, obtuvo poderes, se hizo llamar Miss Marvel, se relacionó con la Patrulla X, con los Saqueadores Estelares (en su etapa como Binaria), y con los Vengadores. Últimamente ha ganado peso, codeándose en sagas recientes con pesos pesados de la editorial como el Capitán América e Iron Man. A la vez, ha cambiado su nombre en clave, de Miss a Capitana Marvel. En este estado de mayor relevancia es cuando ha sido plasmada en cine.
La película pone piezas en ese puzzle gigantesco que forman todas las películas de Marvel Studios y supone un interesante prólogo para Vengadores: Fin del juego, la película con la que todo ha de culminar antes que los personajes de Marvel que ha plasmado en cine la Fox (la Patrulla X, los 4 Fantásticos) pasen a Marvel Studios y se deba recomenzar todo. Emocionante el homenaje a Stan Lee al principio de la película (es la primera de Marvel que se estrena tras su muerte) y emocionante también ver su último cameo en una película del universo que, junto a algunos otros, creó hace casi sesenta años.
La calificación "no recomendada a menores de 18 años" está muy bien puesta en el caso de esta película, ya que su nivel de violencia es extraordinario, incluso si tenemos en cuenta que su autor es Quentin Tarantino, un verdadero amante de la violencia gráfica. Realmente lo que ocurre en la mercería de Minnie, el lugar donde transcurre la mayor parte de la acción, es una gran masacre. Sin embargo quien tan sólo se quedara en ello no entendería en absoluto la película, el porqué puede calificarsela de gran obra. Hay que resaltar la majestuosidad de las escenas de exteriores, la gran fotografía de Robert Richardson, esos bellísimos planos de paisajes nevados. Hay que destacar la música del maestro Ennio Morricone. Y hay, sobre todo, que aplaudir el argumento, apreciar y amar la trama que trenza con maestría Tarantino, guionista además de director de este film. Los pasados y los presentes de los personajes, lo que dicen y lo que callan, lo que hacen y lo que no hacen, cómo son y cómo pretenden ser. La diferencia entre justicia y venganza. La octava película de Quentin Tarantino le reivindica de nuevo como uno de los mejores cineastas de la historia.