Un amigo colombiano, en Facebook, me dijo que últimamente soy conservador y "nacionalista español".
Respecto a lo primero decir que soy un conservador bien extraño, teniendo en cuenta que estoy a favor del matrimonio gay (incluyendo el derecho a la adopción de niños) o de la eutanasia (aunque me produzca temor el cómo puedan utilizar este derecho algunos, "eutanasiando" a elementos incómodos de la sociedad o usándolo para ahorrarse pensiones, eliminando a ancianos). Tampoco me verá nadie un domingo en misa ni estoy a favor de las corridas de toros. Entonces, qué conservador más raro soy. Yo me considero un liberal. Lo que sí creo es que los conservadores, ahora mismo, son menos peligrosos para mi país que los llamados "progresistas". Porque ahora se trata precisamente de conservar algo importante, el régimen del 78, la monarquía parlamentaria, para evitar que sea sustituida por la república socialista-comunista con la que muchos sueñan y que en mi opinión sería nefasta para España, como lo ha sido para otros países.
Respecto al segundo punto, el de que soy un nacionalista español, veamos lo que significa "nacionalismo". Nacionalismo es una doctrina por la cual alguien, por el mero hecho de nacer en un país o región en particular, se cree mejor o superior a las personas de otros países o regiones. El nacionalismo se parece al racismo, en el que la creencia en la superioridad se sustenta en el color de la piel de uno. Ambas doctrinas, nacionalismo y racismo, me parecen auténticas memeces. Sólo pueden creer esas tonterías quienes no han leído o no han viajado mucho, quienes no han hablado con gentes de uno y otro lugar. Quienes se mantienen en su pequeña tribu, en vez de en la gran aldea-mundo. Yo, evidentemente, no soy nacionalista, no me creo superior a nadie por ser español. Lo que sí siento es un gran orgullo de ser español. Yo creo que España es un gran país. La izquierda ha comprado la "leyenda negra" anti española, ese conjunto de mentiras y tergiversaciones, y llegan a sentirse avergonzados de ser españoles. Mostrar la bandera de España llega a considerarse un acto fascista, cuando en otros países no hay nada más normal que mostrar con orgullo la enseña nacional.
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