18 de enero de 1535: Francisco Pizarro funda Lima. Pronto se convertirá en la segunda ciudad más importante del imperio español, sólo superada por Ciudad de México, que aún hoy es la ciudad más grande de la Hispanidad. Pero Lima fue la joya de la corona en Sudamérica, la capital del gigantesco virreinato del Perú, mucho más grande que la actual república de Perú. Desde Lima se gobiernan tierras y ciudades que hoy pertenecen a Ecuador, a Bolivia, a Chile e incluso, antes de la creación del virreinato de la Plata, desde Lima se gobiernan Buenos Aires o Montevideo. Los españoles quieren ennoblecer Lima y la llenan de edificios de mucha dignidad y coste, que aún hoy existen. La llaman Ciudad de los Reyes, la convierten en uno de los centros urbanos más importantes del mundo. En Lima hay palacios de la época virreinal que no tienen nada que envidiar a los que en la misma época se construyen en Sevilla. ¿Dónde está el oro de América? Se preguntan los progres revisionistas que se tragaron sin masticar la leyenda negra anti española. Pues, en gran medida, en la misma América española, invertido en esos palacios, catedrales, universidades y conventos que por doquier levantaron las autoridades españolas. La Ciudad de los Reyes, la llamó Pizarro. Los revisionistas dicen: "en honor de los Reyes Magos". La verdad aún hoy la grita el escudo de Lima, con esa I y esa K que flamean en oro entre las dos águilas: La I en honor de Iohanna, Doña Juana, Reina titular de Castilla desde 1504, Reina titular de Aragón desde 1516. La K, en honor de Karolus, Don Carlos, Rey Carlos I de España y Emperador Carlos V de Alemania. El hombre más poderoso del planeta en la primera mitad del siglo XVI en cuyo honor, y en el de su madre, se fundó Lima. Ellos son los reyes, para toda la eternidad y pese a quien le pese, de la Ciudad de los Reyes.
Dedico esta entrada a dos formidables peruanos: Sebastián Gálvez y Alex Neira.
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