Foto realizada por
Antonio Meroño Clemente
(Jayam)
Este año la Feria de minerales y fósiles de La Unión (Murcia) homenajeará a un unionense ejemplar: Alfonso Martínez García, "el Chato". Hermano de mi madre, y mi padrino.
Él tiene 76 años. Recibe este homenaje por su pasado minero, aunque él es el primero que dice que él no fue un minero "de verdad", de los de picar piedra, como sí lo fue su padre, mi abuelo José Martínez Hernández, sino que trabajaba en los talleres anexos y sólo bajaba a la mina cuando allí había alguna máquina que arreglar. Yo creo que los mineros "picadores" es verdad que merecen más reconocimiento, pero también creo que todos los que bajaron y bajan a las entrañas de la tierra, por cualquier trabajo, merecen reconocimiento. Es más: lo merecen todas las personas que hayan trabajado duro en su vida, en cualquier trabajo.
Tras la mina mi padrino estuvo en otros trabajos. Fue maquinista de cine, cuando en La Unión había cines, y luego trabajó largos años en Astesa, una empresa de movimientos de tierras y gestión de residuos.
Yo creo que el homenaje a mi padrino puede hacerse extensivo a sus padres, mis abuelos maternos, dos personas que merecieron todos los homenajes y que jamás recibieron ninguno.
Cuando yo era pequeño (no sé si se seguirá haciendo) cada año el Festival del Cante de las Minas de La Unión homenajeaba a una viuda de minero. Yo siempre me pregunté, y me sigo preguntando, porqué mi abuela nunca recibió ese homenaje. Se quedó viuda a sus 35 años (la misma edad tenía su marido al morir), y quedó con cinco hijos, el más pequeño, mi tío Pencho, de sólo dos años de edad.
Mis abuelos nacieron ambos en 1921. El año pasado hubieran cumplido 100 años. A mi abuelo lo mató la mina en 1956. Mi abuela murió tras medio siglo de viudedad. Ilusionada por volver a reunirse con su marido.
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