BIERCE
Salen de la vida de un modo violento
-Rabelais-
Acepta ser como el viento que pasa
-Álvarez-
Conocedor de la muerte
-tantos muertos amados-
no quiso esperarla y salió a su encuentro.
Antes que morir en una cama, pensó,
sería hermoso morir fusilado,
mis sesos esparcidos en una tapia,
mi sangre regando el suelo de México.
Se desconocen fecha y lugar exacto
en que cayera acribillado el gringo,
el viejo gringo que no quiso morir tumbado,
sino devorado por las fauces de la revolución,
despedazado en ese turbión violento,
hermano de armas de hombres sedientos
-de alcohol, de sangre, de oro-,
hombres bigotudos, polvorientos,
armados de resolución, desesperados.
Antes que morir en una cama, pensó,
sería hermoso morir fusilado.
No busquéis la tumba del gringo viejo:
en el polvo de México quedó,
en la tierra anónima y plural.
Todo el país es su tumba,
y su epitafio el silbido del viento en el desierto.
-José Alfonso Pérez Martínez, 12 de noviembre de 2012-
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