Hércules Farnesio, copia en marmol de un original en bronce de Lisipo
poblados de héroes.
Derramar una lágrima por Héctor,
mas disculpar a Paris.
Lamentar el destino de Alejandro,
viajar con Jasón o Ulises,
o con aquel que llamaban Aladino.
Devorar cada línea de la Saga de Eirik,
caer en las murallas con el último Constantino.
Ir al destierro con el Cid -polvo, sudor y hierro-,
cabalgar con el Príncipe Negro,
morir con César Borgia en Viana,
o traspasado por puñales bajo la estatua de Pompeyo.
Ponerle Beowulf y Grendel a tus mascotas.
© José Alfonso Pérez Martínez, 2012
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