Extraídas de su ensayo
Practicismo y valoración, incluido en el volumen
Ciencia, filosofía y política (ensayos sin optimismo) -ed. Aguilar, 1961-.
No puedo creer que la virtud sea proporcional a los ingresos, ni tampoco que sea maldad el no conformarse con ser rebaño.
[...]
La idea moderna es que una persona domina suficientemente una lengua si puede hacerse comprender; según el ideal antiguo, era necesario poder dar placer estético, tanto al hablar como al escribir.
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No puedo dejar de admirar los conocimientos ociosos y el arte, que no tiene otro objeto que el de dar placer.
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