Hay un tipo de libros que son muy útiles para divulgar obras cuya extensión puede asustar a un gran número de personas. Me refiero a las obras que son resúmenes o compendios de obras mucho mayores. Así se ha hecho por ejemplo con la "Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano", de Edward Gibbon, que se vende en ediciones resumidas; con los ensayos de Montaigne, que pueden encontrarse en edición completa o en libritos que recogen sólo algunos de ellos, o con este "Figuras de la Historia de Roma" de Mommsen, que recoge sólo las partes de su gran "Historia de Roma" en las cuales el historiador alemán componía las semblanzas de los principales políticos, militares u oradores (aunque a menudo un romano era todo esto a la vez) que protagonizaron la historia de Roma desde la 2ª Guerra Púnica (finales del siglo III aC) hasta el asesinato de Julio César en 44 aC. Esta etapa, la etapa final de la República Romana, es uno de los períodos más fascinantes no sólo de la historia de Roma, sino de toda la historia del mundo. Es interesante estudiar la forma en que durante este periodo Roma soluciona la anarquía derivada de la lucha política entre populares (la "izquierda") y optimates (la "derecha"), apelando a dictadores como Sila o César, tendencia que acabaría después derivando en la conversión de la República en un régimen de tipo monárquico, el Imperio.
De Theodor Mommsen (1817-1903) hay que decir que es uno de los más grandes representantes de la escuela historiográfica alemana clásica, aquella que dio al mundo obras básicas de referencia como el CIL (Corpus Inscriptionum Latinorum), gran recopilación de la epigrafía latina que comenzó, precisamente, Mommsen, o la "Pauly Wissowa", la fundamental enciclopedia del mundo clásico. Cuando yo estudiaba Historia el nombre de Mommsen era objeto casi de veneración entre los amantes de la Historia Antigua. A través de las décadas y décadas transcurridas desde su muerte su nombre nos llegaba como un sinónimo de erudición y objetividad. En esta edición de la editorial Renacimiento he podido reencontrarme, con gozo, con el viejo maestro.
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