Presentación de la obra La familia de Juan Carlos I, de Antonio López
(3 de diciembre de 2014)
La Infanta Cristina saliendo de los juzgados de Palma,
tras declarar ante el juez
(8 de febrero de 2014). Foto: Efe/Ballesteros.
En La familia de Juan Carlos I, ese cuadro que representa a la familia real tal como era hace veinte años, aparece Cristina de Borbón, cuando aún no era la oveja negra, la apestada de nuestra monarquía. Poco después de posar para ese cuadro vinieron el noviazgo y la boda con el guapo balonmanista vasco, y el ducado de Palma. Su privilegiada posición no les bastaba, al parecer: codiciosos, emprendieron una serie de actos delictivos, crearon un auténtico entramado para, aún más, enriquecerse. Todo aquello pasó, por supuesto, presuntamente, pero si fueran inocentes, ¿se hubiera apartado de ellos Felipe VI?
Yo siempre creí dos cosas:
- Que los nobles, en especial los Grandes de España y los miembros de la familia real, no deberían deshonrar con actos ilegales o inmorales sus títulos, sino demostrar más bien con un comportamiento irreprochable que son dignos de ellos, dando, a toda la ciudadanía, ejemplo.
-Que los adultos deben responsabilizarse de sus actos.
Si Cristina de Borbón ha cometido actos indignos de una Infanta de España debería al menos comportarse como una adulta y confesárselos al juez, ahorrándonos a todos el bochornoso espectáculo de verla en el banquillo, siendo juzgada.
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