El argumento de esta obra, tal como aparece en la contraportada, es el siguiente: "De vacaciones en Italia, el narrador y su mujer conocen al pequeño Guido, un chaval de pueblo. No sabe leer ni escribir, pero está increíblemente dotado para la música y las matemáticas. A los seis años es capaz de demostrar el teorema de Pitágoras más fácilmente que Euclides".
Ahora, lo que a mí me ha parecido: Este libro es una novela corta, o un cuento largo (dudo de, siguiendo a lo enseñado por Borges en "El aprendizaje del escritor", si aquí es más importante el suceso, en cuyo caso sería un cuento, o los personajes, en cuyo caso sería una novela). En todo caso, en su brevedad, dice muchas cosas. Sobre la importancia de los hombres capaces de traer ideas y conceptos al mundo, y sobre la necesidad de dejar ser a los niños, de dejarles crecer en lo que son, ayudándoles en esa dirección, sin pretender forzarles en otra. Pues son niños, no bonsais. El respeto a la individualidad, a la singularidad del otro, debe empezar ya en la infancia. En las descripciones de paisajes esta obrita es, además, un canto de amor a una de las regiones más bellas del mundo: la Toscana.