Extraídas de su libro La jungla de los listos, que os recomiendo, como su primera obra, Nadie es más que nadie, por si algún despistado aún no la leyó.
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No debo nada ni aspiro a lujos, porque el mayor de ellos es tener la conciencia tranquila.
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Los principios enunciados para empezar a cambiar las cosas no son patrimonio ni de la derecha ni de la izquierda. Son patrimonio de la decencia.
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Estos tiempos dominados por el dinero, que han parido corrupción y miseria, paralelamente nos han dejado huérfanos de estadistas con talla moral e independencia. Ya no tenemos un Adenauer, un Churchill, un De Gaulle o un Adolfo Suárez. ¡Qué huérfanos estamos de liderazgo!
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Sólo el amanecer de un nuevo orden mundial dirigido por personas de probada honradez y ética será capaz de acabar con este diabólico tobogán que ha consagrado una economía sin reglas, tolerada y apoyada por dirigentes políticos sin escrúpulos.
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Recorrer España y recibir tanto cariño no tiene precio. Sentarme a tomar una cerveza frente a la Giralda de Sevilla o en la monumental Plaza Mayor de Salamanca y verme rodeado de decenas de personas que me abrazan o me besan es una sensación tan maravillosa que no la cambiaría por nada del mundo.
¿De qué les sirve a Rato, Bárcenas, Urdangarin, Blesa, Díaz Ferrán y a los banqueros que han arruinado a tanta gente tener mansiones, yates y dinero si no pueden sentarse con tranquilidad en ningún lugar público so pena de ser increpados, y con razón?
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