Por estar contigo

Blog personal de José Alfonso Pérez Martínez

"Estas líneas escribo,
únicamente por estar contigo"
(Luis Cernuda)

sábado, 29 de junio de 2013

Message to Bon Jovi / Mensaje a Bon Jovi


The gesture that you have had, not wanting to charge for your concert in Spain, has been much appreciated. You have won much love in this nation. You say you did it because you can, but many can and do not. Your solidarity with all those affected by the crisis indicates to me that you are not only great artists but great people. Receive a big hug from Spain.
Signed: José Alfonso Pérez Martínez

(El gesto que habéis tenido, no queriendo cobrar por vuestro concierto en España, ha sido muy apreciado. Habéis ganado mucho cariño en esta nación. Decís que lo habéis hecho porque podéis, pero muchos pueden y no lo hacen. Vuestra solidaridad con todos los golpeados por la crisis me indica que no sólo sois grandes artistas, sino excelentes personas. Recibid un fuerte abrazo desde España.)

viernes, 28 de junio de 2013

Michael Moorcock, "Elric de Melniboné"


Este es uno de los mejores libros que he leído en toda mi vida. Moorcock hace un alarde impresionante de imaginación y de habilidad narrativa y nos sumerge en un mundo de hechicería, de dragones, de barcos que pueden surcar la tierra tan bien como el mar, de espadas con voluntad propia. Uno sale de ese mundo, al terminar el libro, como quien despierta de un sueño muy real y se pregunta si la realidad de la vigilia no será un sueño y lo soñado la realidad, tan vívido y tan fascinante resulta el mundo imaginado por Moorcock.

Melniboné, la isla del dragón, es una antiquísima nación. Sus habitantes se parecen a los humanos pero no lo son. Viven en su isla, apartados de los reinos humanos, a quienes antaño dominaron. Los melniboneses son seguidores del dios Arioch, uno de los Señores del Caos, dioses malignos enfrentados a los del Orden (¿malignos?, ¿es maligno el caos, o una fuerza necesaria en el cosmos?). Arioch les ayudó a levantar su imperio antaño. El actual emperador, Elric VIII el Albino, despierta recelos entre algunos de sus súbditos por su aparente desapego de los ritos tradicionales de Melniboné, por preferir los libros, por su debilidad física. Yyrkoon, primo de Elric, piensa que él sería un mejor emperador, y conspira para lograrlo, primero en la sombra y luego más abiertamente. Elric deberá combatir a Yyrkoon para mantenerse en el trono. Elric e Yyrkoon, muy diferentes en aspecto, personalidad e intereses, se parecen en pocas cosas, pero éstas son esenciales: ambos son hábiles hechiceros, ambos son miembros de la élite gobernante de Melniboné y ambos son piezas fundamentales en el juego de los dioses. La lucha entre ambos está llamada a cambiar Melniboné y el mundo entero. Lo que es seguro es que cambiará a Elric.

Un libro muy recomendado, tanto si amas el género fantástico como, simplemente, la literatura de calidad.


lunes, 24 de junio de 2013

El hombre de acero (2013)


Al fin se ha hecho una película de Superman capaz de mirar a la cara, sin bajar la mirada, a la primera y a la segunda películas de las interpretadas por Christopher Reeve, las mejores del personaje hasta la fecha. Los niños adoptados que son criados con amor consideran siempre que su padre es quien les ha criado, y nadie más. De esto, de que los afectos forjados a lo largo de la vida pesan más que la sangre, va esta película, esta excelente película dirigida por Zack Snyder y en la que el revolucionario y extraordinario cineasta Christopher Nolan ha intervenido, en tareas de producción y de guión. He disfrutado como un enano viéndola, os la recomiendo. Henry Cavill interpreta al héroe, y Michael Shannon a Zod, su antagonista. Los villanos que actúan movidos no por su egoísmo o por intereses personales, sino por ideales que consideran sagrados y por los que están dispuestos a entregar su vida son los mejores. Así es Magneto en las películas de X-Men, y así es el general Zod, fantásticamente interpretado por Shannon.

Superman es una figura crística: tiene dos padres, uno extraterreno (Jor-El, interpretado por Russell Crowe) y uno humano (Jonathan Kent, interpretado por Kevin Costner); tiene 33 años de edad; tiene una madre humana (Martha Kent, interpretada por Diane Lane) que se queda viuda; es tentado por su particular Satanás, Zod; y es enviado por su padre a la tierra, desde la nave, para salvar a los humanos (muy reveladora esa escena, con Superman dejando la nave con los brazos extendidos, en una clara imagen de crucificado). Esa identificación de Superman como un moderno Cristo no tiene porqué incomodar a nadie, ya que creo que no se pretende con ello evangelizar o convertir, sino sólo colocar a Superman en unas coordenadas de héroe mítico clásico que, realmente, hacen al personaje más atractivo y complejo.

La película está plagada de mensajes y símbolos. En una escena, por ejemplo, el pequeño Kent lleva un libro de Platón. ¿Por qué no uno de Nietzsche, por ejemplo? Nietzsche creía en el superhombre, aquel capaz de imponer su voluntad a los hombres. Superman, con su poder, podría ser el perfecto superhombre nietzscheano, pero prefiere, como Sócrates, el maestro de Platón, someterse a las leyes de los hombres.

viernes, 21 de junio de 2013

Yo no sé lo que es la muerte...


Yo no sé lo que es la muerte,
mas sabré lo que es morir.
No sé lo que es el amor,
pero sé lo que es amar.
A los arcanos de la vida accedes
no por el conocimiento,
sino por la vía de la experiencia.

-José Alfonso Pérez Martínez, 21 de junio de 2013-

miércoles, 19 de junio de 2013

El peso del yo


Emil Cioran, el filósofo francés de origen rumano, escribió: 

deberíamos haber sido dispensados de arrastrar un cuerpo, bastaba el peso del yo. 

Buda sin embargo dijo (Buda, como Sócrates y como Jesucristo, no escribió nada), que no existe el yo. Como Desmond Biddulph y Darcy Flynn explican en su libro Enseñanzas del Buda:

los seres humanos desperdician mucho tiempo y energías intentando crear una sensación de mi y mío. Ésta es artificial y se aleja de lo que uno es de verdad, siendo de hecho, una fuente de orgullo y narcisismo egoísta. 

Yo creo que el concepto del yo está mucho más arraigado en Occidente, aquí es un concepto que surge de forma natural por el individualismo que prima en la sociedad. Es fácil sentir que eres un ser con personalidad propia, separado enteramente del resto, en una sociedad en la que, por ejemplo, se redactó la Declaración de los Derechos del Hombre. Sin embargo, en Oriente, donde las doctrinas e ideologías colectivas han imperado e imperan aún, donde no se entiende al individuo más que como miembro de un partido político, de una escuela, de un clan o de una secta, es natural que cueste más imaginar una individualidad separada y surjan doctrinas como la del sin yo budista (anatman), en la que no existe algo llamado alma, algo llamado yo. Es un concepto difícil de asimilar para un occidental, pero natural, seguramente, en Oriente.

lunes, 17 de junio de 2013

JRR Tolkien: ensayos sobre su ideología y la presencia de ésta en sus obras



J.R.R. Tolkien era un hombre tradicionalista, monárquico, católico, ruralista, alérgico al maquinismo (no tenía televisor, coche, lavadora o lavaplatos), incluso ludita (en su obra magna los ents destruyen los complejos fabriles de Saruman, y los hobbits los construidos en la Comarca durante su ausencia). Se sentía inglés, no británico, más específicamente de la zona de Inglaterra conocida en la época de la heptarquía como Mercia. Tolkien creía que la revolución industrial, la gloriosa de Inglaterra o la francesa habían estropeado el mundo, lo habían conducido a un estado nefasto. Aborrecía las grandes estructuras estatales y las modernas ideologías de masa, como el comunismo y el fascismo. Cuando uno lee el Señor de los Anillos puede ver todo esto reflejado, de forma más o menos clara. Charles A. Coulombe y Elwin Fairburn escribieron dos excelentes ensayos para explicitar estas claves de la obra de Tolkien. Dichos ensayos, El Señor de los Anillos: una perspectiva católica, y J.R.R. Tolkien: una mitología para Inglaterra, así como otros de otros autores, se incluyen en el volumen J.R.R. Tolkien, Señor de la Tierra Media, editado por Joseph Pearce y publicado en España por Minotauro. Muy recomendado.

viernes, 7 de junio de 2013

Hermann Hesse, "Pequeñas alegrías"



Ha sido un gran deleite para mí, una gran alegría, leer este Pequeñas alegrías de Hesse. Es un libro extraordinario que nos muestra sesenta años de escritos cortos -artículos de opinión, reseñas de libros, reflexiones de lo más variado-, desde la juventud -escribió el primer texto del volumen a los veintidós años- hasta la senectud, muy cerca ya de la muerte. Estos sesenta años de textos forman un monumento literario integrado por una continuada e insobornable independencia intelectual, por una asimismo continua apuesta por el pacifismo, por un gran amor a su patria -una patria de límites indefinidos, comprendida sobre todo por el suroeste de Alemania y la Suiza de lengua alemana-, por un acendrado humanismo -aprendido en Voltaire, en Montaigne- y por la fascinación por la naturaleza y los libros. Su lenguaje, sencillo, se vuelve poético en las descripciones de paisajes o al hablar de los cambios de las estaciones. Él, que tan viajero fue, volvía siempre a esa patria suya de límites indefinidos, definida por un paisaje y por un paisanaje comunes, aunque fronteras artificiales la cruzaran, y la crucen aún. Rural y urbano, cosmopolita y apegado a lo alemán -pero no de un modo nacionalista o despreciador de los otros-, atraído por las filosofías y religiones de Oriente -Buda, Lao Tsé- pero sin negar a sus ancestros cristianos -a ese abuelo que quiso ser teólogo, a ese padre que fue, en palabras del obispo de Wurm, un auténtico "cristiano primitivo"-. Único Hermann Hesse.

miércoles, 5 de junio de 2013

A propósito de Gide



Foto: André Gide en 1930, a los 61 años


El escritor Luis Antonio de Villena acaba de publicar un ensayo (noticia) sobre André Gide. Tal vez sea una buena ocasión para compartir este texto, una carta que Hermann Hesse escribió a Gide en 1951, poco antes de la muerte del escritor francés, y que Hesse incluyó en un artículo (Recuerdos de André Gide) aparecido en Neue Zürcher Zeitung e incluido también en el volumen Pequeñas alegrías. Ojalá la carta de Hesse a Gide anime a leer el ensayo de De Villena o, por supuesto, al propio André Gide:


Montagnola, enero de 1951

Querido y apreciado André Gide:

Su nuevo traductor Lüsberg me ha enviado Hojas de otoño, he leído ya la mayor parte de estos recuerdos y meditaciones y en este momento no me parece correcto y gentil agradecerle a ese señor su obsequio sin antes enviar a usted mi saludo y mi agradecimiento. 
Hace mucho que debía haberlo hecho, pero de un tiempo a esta parte vivo en un estado de resignado agotamiento y no es ésta la disposición en que se debe visitar a una persona mayor e ilustre. Pero el agotamiento podría durar hasta el final, y antes quisiera una vez más expresar toda la gratitud y simpatía, acrecentada en los últimos años, que siento por usted.
 Las gentes de nuestro gremio parecen ahora escasear y empiezan a sentirse solas, por eso es una suerte y un consuelo hallar aún en usted un amante y un defensor de la libertad, de la personalidad, de la obstinación, de la responsabilidad individual. La mayoría de nuestros jóvenes colegas, y lamentablemente también algunos de nuestra propia generación, aspiran a cosas muy distintas: enrolarse sea en la comunidad romana, sea en la luterana, sea en la comunista o de cualquier otro tipo. Un sinfín de personas han llevado ya a cabo este enrolamiento, hasta aniquilarse a sí mismas. Por cada evasión de un antiguo compañero hacia las iglesias o los colectivos, por cada defección de un colega cansado o desesperado de poder seguir adelante como caminante solitario y responsable ante sí mismo, el mundo se empobrece y nos resulta más penoso seguir viviendo. Pienso que algo análogo le ocurre a usted.
Reciba de nuevo el saludo de un viejo individualista, que no tiene intención de engancharse a ninguno de los grandes tinglados.


Bendición al empezar junio



Rachel Weisz como Hipatia, en "Ágora", película de Alejandro Aménabar


Que la luz de Hipatia, que atraviesa los siglos, ilumine este mi blog. 
Que su mensaje de tolerancia y de amor por la sabiduría os ilumine a todos, hermanos y hermanas. 
Que nunca os falte un libro amado ni un cielo cuajado de estrellas. 
Bendecid la vida como yo os bendigo.

-José Alfonso Pérez Martínez, 5 de junio de 2013-





martes, 4 de junio de 2013

Hermann Hesse, individualista letraherido


Junto a las otras mitologías, mandamientos y religiones del hombre primitivo, nació también ese extraño sistema invertido y falaz según el cual el amor del individuo a sí mismo, que es la base del amor, es ilícito y pecaminoso, y el hombre tuvo que disimular, ocultar y enmascarar ese amor.
-Hermann Hesse, en Fragmentos del diario de Martin, texto incluido en el volumen Pequeñas alegrías-

Yo sé, cuando me enfrasco en un bonito libro, que estoy haciendo un menester mejor, más sensato y más valioso que todos los ministros y reyes de este pícaro mundo han hecho de unos años a esta parte.
-Hermann Hesse, en Velada otoñal en el cuarto de estudio, texto incluido en el volumen Pequeñas alegrías-



Dos frases


Dos frases que me han llamado la atención en un artículo de Manel Arias Maldonado en el nº 383 de Revista de Occidente (abril 2013):

Ser un hombre común es ser una pieza del famoso sistema; ser un artista es, en cambio, la manera elegante de salirse de él. 
El tedio es una tragedia del carácter o un fracaso de la educación.

 Esas frases las suscribiría el mismísimo Oscar Wilde, si levantara la cabeza.



lunes, 3 de junio de 2013

Stannis Baratheon, un fascinante personaje


-Este texto contiene algunas frases que podrían considerarse spoilers-

Stannis es uno de los mejores personajes, en mi opinión, de la saga "Canción de hielo y fuego", de George R.R. Martin. Su honorabilidad y sentido de la justicia lo convierten en un rey que cualquiera podría seguir sabiendo que nunca haría nada que nos hiciera avergonzarnos o arrepentirnos de seguirle. Su hermano mayor era un borracho lujurioso e invadido por la gula, una vergüenza de rey. Su hermano pequeño, Renly, le traicionó nombrándose rey, cuando por derecho el trono correspondía a Stannis. Stannis Baratheon es alguien justo y honorable en un mundo de injusticia y deshonor. Davos sabe cómo es Stannis, él probó su justicia, para bien y para mal, y por eso le sigue. Otra cosa que me gusta de Stannis es que nunca ordena a sus hombres nada que no esté dispuesto a hacer él mismo. Él iba en los barcos que atacaron Desembarco del Rey, él iba entre sus hombres cuando atacaron a los salvajes al norte del Muro, y cuando atravesaron un infierno helado para conquistar Invernalia. Sólo él sabe porqué sigue al dios del fuego, pero en un hombre así su fe debe de ser sincera. No me lo imagino siendo deshonesto, fingiendo su fe por cálculo político. Tal vez muera, o lo maten. No me extrañaría, viendo el gusto de George R.R. Martin por eliminar a los personajes más fascinantes. Pero si cae sé que sabrá caer como un hombre y como un rey.

Etiquetas

Poesía (410) Historia (211) Textos propios (210) Política (175) Cómic (150) Cine (146) Reseñas (131) Narrativa (122) Sociedad (111) Pintura (108) Pensamiento crítico (98) Música (95) Ensayo (79) Filosofía (59) Jorge Luis Borges (48) Luto (38) Educación (36) Humor (35) Roma (34) José María Álvarez (31) Ateísmo (30) Teatro (29) Economía (28) Traducción (25) Mitología (23) Que no amanece nadie (21) Manga (18) Ciencia (16) William Shakespeare (16) Fotografía (15) Luis Alberto de Cuenca (15) Salud (15) Solidaridad (15) Ayn Rand (14) El blog de Nazgul (14) J.R.R. Tolkien (14) Stan Lee (14) Albert Rivera (13) Alfredo Rodríguez (13) Luis Antonio de Villena (13) María José Contador García (12) Christopher Nolan (11) Katy Parra Carrillo (11) Leonardo da Vinci (11) Arturo Pérez-Reverte (10) Edward Hopper (10) José Antonio Pamies (10) Juan López -Jan- (10) Raquel Lanseros (10) Stefan Zweig (10) Antonio Colinas (8) Bertrand Russell (8) Harper Lee (8) Jaime Gil de Biedma (8) Juan de Dios García (8) Marco Aurelio (8) Oscar Wilde (8) Robert E. Howard (8) Voltaire (8) Emil Cioran (7) Jack Kirby (7) Michel de Montaigne (7) Winston Churchill (7) Guillermo Carnero (6) Homero (6) José Hierro (6) Ramón Gómez de la Serna (6) Ramón J. Sender (6) Ambrose Bierce (5) Carmen Jodra Davó (5) Francisco Brines (5) Juan Luis Panero (5) Ramón María del Valle-Inclán (5) César Vallejo (4) Esquilo (4) Friedrich Nietzsche (4) George Steiner (4) Marguerite Yourcenar (4) Miguel de Unamuno (4) Orson Welles (4) isidoro Martínez Sánchez (4) H.G. Wells (3) John Fante (3) Jorge Manrique (3) Manuel Machado (3) Mariano José de Larra (3) Sven Hassel (3) Thomas Carlyle (3) Arthur Conan Doyle (2) Baltasar Gracián (2) Cornelio Tácito (2) R.L. Stevenson (2) Ramón Menéndez Pidal (2) Sebastián Castellio (2) Sir Steven Runciman (2) Francisco Ayala (1) John Kennedy Toole (1) José Ortega y Gasset (1) Mary Renault (1) Snorri Sturluson (1)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...