Se dice en el Tao Te King:
Quien se apega a las cosas
siembra su desdicha.
Y en el Dhammapada:
Es un brahmán quien se ha liberado de todos los vínculos humanos y celestiales.
Hay que saber despedirse de las cosas del mundo como el que borra las formas que antes dibujó en la arena.
Somos, cuando algo o alguien se hace nuestro, como el que dibuja en la arena.
Sepamos ser también el que impasible ve cómo se deshace el dibujo.
Somos también, para otros, un dibujo de arena, que la muerte deshace. Sepamos partir, disolvernos en el universo, nuestros átomos como granos en el viento cósmico, sin un lamento, como no se lamenta la arena cuando el viento la arrastra.
En el budismo theravada la renuncia (nekkhama) es una de las diez cualidades mentales que conducen a la iluminación.
En un universo en el que todo muere es una cualidad conforme al todo, una forma en que la mente, como un líquido, aprende a ajustarse a la naturaleza de su recipiente. Pues el cuerpo, recipiente de la mente, es inevitablemente mortal. Un ser que no sepa renunciar sufrirá, de todas formas, la pérdida de todo, de sí mismo. Mejor si sabe adaptarse a esa inevitabilidad.
Nacemos con un grito, sepamos morir serenamente.
-José Alfonso Pérez Martínez, 18 de septiembre de 2013-
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